El Heraldo
Juan Carlos Abello en la actualidad. Tiene 53 años de edad y vive en Villa Campestre. Luis Rodríguez
Deportes

"En nuestro fútbol no ganaba el mejor, a Junior lo robaban", asegura Juan Carlos Abello

El barranquillero, que ha sido uno de los pocos jugadores locales de clase alta y que surgió en el Country Club, recuerda su carrera futbolística.

No hay zapatos descosidos o pelotas de papel. No es la típica historia del jugador que brillaba en el potrero, que luchó contra la pobreza y un montón de dificultades. Juan Carlos Abello surgió para el fútbol en el limpio y verde césped del Country Club de Barranquilla. No fue en las polvorientas canchas del barrio La Chinita, Rebolo o La Magdalena, que son habituales e inagotables canteras de futbolistas en la ciudad.

El recordado lateral derecho de los 80 ha sido uno de los pocos jugadores curramberos (por no decir el único) que nació en cuna de oro y que se desenvolvía en un ambiente social de clase alta.  

Abello, que comenzó como volante creativo en el Junior, brilló como puntero en el Santa Fe y luego volvió a los ‘tiburones’ como marcador derecho, puesto en el que se acomodó para siempre, debutó con la rojiblanca en el fútbol profesional a los 19 años de edad (1981) y se retiró cuando solo tenía 28 (1990), cansado, entre otros motivos, del juego sucio de la época en que el narcotráfico hacía de las suyas en el balompié nacional.

Era un lateral con seguridad defensiva, buena pegada para las pelotas quietas y centro preciso sobre la marcha.

Hoy en día, con 53 años, disfruta de sus labores, ajenas al fútbol, y de sus dos hijos, Alma Abello Diazgranados, de 23 años, y Juan Sebastián Abello Palacio, de 7.


¿Por qué se retira tan temprano?
Me retiré en una época bastante convulsionada por el narcotráfico. No me quería retirar, pero no vi que en nuestro fútbol se ganara en franca lid. No ganaba el mejor. A Junior le quitaron títulos inmerecidamente. América, Nacional y Millonarios se dividían los títulos. Eso era visible. ¿Quiénes eran los dueños de esos equipos? Ese era el juguete de ellos y querían que sus equipos fueran campeones. Junior y Cali siempre eran cuarto y quinto. No se pasaban los partidos por televisión como ahora y la gente no se daba cuenta de los atropellos arbitrales. Eso me fue llenando la copa, que se rebozó cuando mataron al árbitro Álvaro Ortega.


¿Qué más le hizo decir: yo no sigo en este cuento?
Tengo los mejores recuerdos del fútbol, tuve compañeros de los cuales me acuerdo, a algunos me da tristeza y me duele verlos en malas condiciones actualmente. Infortunada y estúpidamente no íbamos a las universidades. Tampoco teníamos el apoyo del equipo. Veía mucha injusticia de los directivos con los jugadores. Y al Junior le daban pito por todos lados. Yo dije: ya viví esto, ya está bueno.

A Ortega lo matan en el 89 y cancelan el torneo…
Sí, Junior remató un año excelente, matan al árbitro y se acaba el torneo sin campeón. No debieron suspenderlo. Y a nosotros no nos pagaron los sueldos ni las primas ni los premios, como si hubiésemos sido los culpables. Eso fue otro motivo para colgar los guayos.

Pero usted se retiró en el 90…
Sí, un Junior que lo eliminaron por primera vez del octogonal, trajeron a Hugo Gallego, con una filosofía toda extraña, a jugadores con el pase en la mano. Como nos eliminaron, ahí mismo renuncié y me retiré.

¿Qué hay de su vida actualmente?
Trabajo con la organización Gerlein, con uno de esos buenos amigos que la vida te regala. Tengo un trabajo muy bueno y estable. Cuando uno se retira del fútbol con algo de plata y no está educado para manejarla, si no ha tenido una universidad, se pierde el dinero. Pero llegó uno de esos maravillosos amigos en el 2002, en mi momento más crítico económicamente, y me dio las dos manos. Me ayudó y salí adelante. Hoy vivo feliz, con dos hijos maravillosos.  

Usted es de los pocos barranquilleros de clase alta que se vuelve futbolista…
La gente confunde la riqueza con una buena cuna. Venía de una familia tradicional y conocida, Abello Marino. Oligarcas pobres se podría decir (risas). Pero sí crecí en un entorno social bueno, que fue de donde después me salieron oportunidades que los demás futbolistas no han tenido. Yo, infortunada y absurdamente no fui a una universidad. Gracias a Dios, con mi temperamento y forma de ser, jugaba en el Country y también en el sur. Compartía con todos. Siempre he pensado que todo el mundo es igual. Por eso llegué a ser jugador profesional.

¿En su círculo social era mal visto que quisiera ser futbolista?
Absurdamente pensaban eso. No existía el concepto del jugador como profesional. Mi familia no estaba de acuerdo, querían que estudiara en la universidad. Yo tenía el apoyo de mis amigos, que sabían que yo jugaba. Después mi mamá (Julia Marino) terminó siendo la más fanática. Mi padre, Roberto Abello Certain, muere en 1964 en un accidente. Quedé huérfano de padre a los 2 años. 

¿Cómo aprendió a jugar al más alto nivel en medio de su entorno?
Porque yo jugaba fútbol, voleibol, motocross, hacía de todo. Eso me dio mucha versatilidad. Prácticamente aprendí solo. Yo vivía en El Prado, cuando mi padre muere nos llevan a la casa de mis abuelos maternos, en la esquina donde hoy en día queda el restaurante Santander del Prado. Jugaba en el parque Los Fundadores, ahí vivían los Char cuando estaban pelaitos. Yo jugaba con Jimmy, Alfredo y Antonio Char, luego empecé a jugar en el Country y me querían llevar a la Selección Atlántico.

¿Pero quién lo descubre?
‘Papi’ Peña me vio en el Country y me lleva a un equipo de Monómeros. Yo jugaba en todas las canchas de la ciudad. Mientras jugaba fútbol me botaron de todos los colegios de Barranquilla, incluido el Barlovento, donde me gradué. Pasé por el Gimnasio del Country, Sagrado Corazón, Biffi, Liceo Cervantes. Yo no era tan mal estudiante como recochero y absurdamente peleonero. En esa época era puños y más nada. Era una coraza mía porque no tenía la protección de mi padre. Siempre me veía solo y me hice el bravito y guerrero en la calle, eso me dio temperamento.

¿Cómo hizo para encajar en medio de compañeros con otra condición social? ¿No se la ‘montaron’?
Yo era muy bacano con todos y me acogían siempre. Mi madre me enseñó que todos somos iguales. Yo nunca vi un intento de ‘montada’. Con los otros equipos sí había rivalidad. Me daba muñeca y se acababa el problema.

¿Usted llegaba en su carro a las prácticas?
A los 15 años, mi hermana Patricia, que fue Reina del Carnaval, tenía un carro que me dejó cuando se fue a trabajar a Bogotá. Tenía mi carrito, pero era el único que tenía carro. Les hacía el chance a varios compañeros. También regalaba los guayos y las cosas que me sobraban o se me iban quedando.

¿Cómo llega usted al Junior?
Yo llego a Junior porque soy campeón con la selección Atlántico en 1980. Fui goleador y mejor jugador del torneo. Eduardo Retat, que era el técnico de la selección Colombia juvenil, me llama para hacerme una prueba. Apenas me vio dijo: se queda. ‘El Pibe’ Valderrama y yo éramos los 10 de esa Selección. Ahí también estaban ‘Sachi’ Escobar, J.J. Galeano y Hernán Torres. Yo no hice ni un solo día en las divisiones menores del Junior, cuando llegué de la Selección, me llamaron, me contrataron y me pusieron a debutar. Yo era del Milder, un equipo del norte de la ciudad que manejaba Hernando De la Rosa. Cuando jugábamos en el sur nos decían “los bollones” porque los uniformes eran Adidas.

¿Quiénes jugaban en ese equipo?
Freddy González-Rubio, que es agente consular de Estados Unidos en Barranquilla; Aurelio De Castro y muchos otros.

¿Ningún Char jugaba?
Alfredo era el que mejor jugaba, pero era un poquito miedoso. ‘Toño’ jugaba en el Liceo Cervantes y en el Country, corría, se le veían ganas.

¿Era difícil jugar en el Junior?
Había cinco o seis extranjeros y tenían que jugar a como diera lugar, entonces las posibilidades de nosotros los colombianos eran demasiado complicadas. Ahora hay mucho menos talento y llegan más rápido al primer equipo. 

¿Quién lo pone a debutar?
Marcos Coll, papá de Mario, que había reemplazado a Varacka. En ese equipo estaban Bolaño, Berdugo, Reyes, Ariel Valenciano, Molinares, Fiorillo, Galván, Tutino, era un equipazo. Debuté de titular en un partido ante Medellín, en la noche. En la primera bola que cogí el ‘Pocillo’ López me metió un codazo y vi estrellas. Dulio Miranda y Delménico lo putearon. Al ratico me levanté, lo empecé a insultar y le metí su zapatazo.

Usted hizo fama de peleonero en la cancha...
Fuera de la cancha era una madre, cuando entraba se me olvidaba todo y lo que quería era ganar. No daba pelota por perdida, metía todo y nunca me le arrugué a nadie.

¿Cuál era el jugador con el que más peleaba?
Lo que pasa es que me tocaba marcar a los punteros de esa época, que eran jugadores livianos y temerosos, ‘Pollo’ Díaz, Cetré. Siempre tuve roces con Leonel Álvarez, ‘Chicho’ Pérez, Pimentel. Con ellos peleaba en todos los partidos. Pimentel se hacía fuerte en Bogotá porque allá tenía la chequera de Gacha. Aquí en Barranquilla, olvídate.

¿A los árbitros los insultaba?
En el aeropuerto me les acercaba y les decía cosas decentemente: a las claras te vas con la bolsa llena. No me quedaba con eso, sabía que nos habían robado.

¿Y es que al Junior lo robaban muy descaradamente?
En todas las finales que nos tocaban por fuera estábamos listos, no había nada qué hacer. La del América allá en 1985 fue un robo terrible. Un descaro absoluto.


¿Peleó alguna vez con un compañero?
Tuve un enfrenamiento con Carlos Babington (argentino), lo encuellé en el camerino porque le dijo algo feo a un compañero. Era un muchacho que estaba comenzando y no me gustó. Se metió 'El Patón' Bauza a separar. Después nos pedimos excusas.

¿Y a Jorge Luis Pinto también lo encuelló en el Unión Magdalena?  
(Risas). Son cosas de las que me arrepiento. Tuve problemas con Pinto, como muchos otros jugadores. Hoy en día reconozco que es uno de los mejores y más estudiados técnicos de Colombia, se merece lo que ha logrado. Pero maneja mal el temperamento. Su trato con los jugadores no era el mejor, no directamente conmigo, me molestaba como trataba a mis compañeros. Tuve un encontronazo fuerte con él.

¿Alguna vez intentaron sobornarlo para perder un partido?
Sí, me llamaron una vez para perder y favorecer un equipo de Bogotá. Jamás acepté. Para ganar sí. Nos mandaban regalos para ganar. Había muchos apostadores y nos llamaban para decirnos: si le ganan hoy al Pereira les damos un billete. Estar rodeado de la mafia es complicado.

¿Qué amigos le dejó el fútbol?
Mario Coll, que está en Estados Unidos, ‘Sachi’ Escobar, ‘El Pibe’ Valderrama, Carlos Ischia, Julio Cesar Uribe, Edgardo Bauza. Muchos. A Teglia más nunca lo vi.

¿Con ‘El Pibe’ nunca tuvo un roce?
En el campo sí, un día en Santa Marta lo saqué en camilla. Él dice: nunca me habían dado una zapatera tan brava. Ese día me pusieron a jugar de 6 y le di bastante. Me decía: ¡Oye enano me vas a matar! ‘El Pibe’, en el año 84, casi se retira del fútbol porque andaba de suplente en Millonarios. Me dijo: estoy aburrido, voy a comprar una lancha y me voy pa’ Taganga a pescar. Vladimir Popovic lo vio y se lo llevó al Cali. Pero casi se pierde.

¿Quién lo puso de lateral?
Roberto Marcos Saporiti. Me dijo: solo tengo que enseñarte a cerrar. Me fue bien y hasta llegué a la selección Colombia de mayores, donde me saca el ‘Bolillo’ Gómez y la rosca era absoluta. Reconozco que ‘Chonto’ Herrera era el marcador titular, pero yo hacía más goles que ‘Chonto’, pateaba tiros libres. No querían que ‘Chonto’ tuviera presión.

¿Pudo haber hecho un mejor trabajo que ‘Chonto’ Herrera?
‘Chonto’ era un jugador excepcional, para qué lo voy a demeritar. En un partido ante Ecuador, en Medellín, yo jugué de titular porque ‘Chonto’ estaba lesionado. Ganamos 1-0 con un gol con centro mío. En la vuelta, en Guayaquil, pusieron a Gildardo Gómez a la derecha y me sacaron a mí. Nos metieron 3-0. Llegó otro amistoso y no me pusieron. Entonces yo hablé con Maturana y ‘Bolillo’, les dije que mejor me iba para Junior si no me ponían. Dijeron que me sacaron por chiquito y yo era más alto que ‘Chonto’.

¿En el Junior sí fue titular inamovible como lateral?
Titular de inmediato. Debuté en el 81 y estuve tres años de suplente, era volante creativo. Al 'Indio’ Solari no le gustaba mi forma de ser, no le gustaba que anduviera ‘mamando gallo’ en el camerino y las concentraciones. El otro Solari le decía que me pusiera. Me voy a Santa Fe en el 84, era puntero y le ponía centros a Hugo Ernesto Gottardi. Regreso en el 85 y es cuando llega Saporitti. Jugué hasta el 87 que me compró el América, a mí y a Mario Coll.
 

¿Se arrepiente de irse al América?
No. Gané buena plata. Las cosas no se dieron futbolísticamente, Ochoa Uribe se fue a Europa y ‘Tucho’ Ortiz quedó encargado de la dirección técnica. No me ponía, solo por obligación porque se lo pedían los directivos.

¿Cómo fue el trato con los hermanos Rodríguez Orejuela mientras estuvo en el América?
Miguel Rodríguez me trató excelentemente tanto a mí como a Mario Coll. Arreglamos contrato sin haberse ejecutado totalmente la compra del América al Junior. La gente en Barranquilla estaba molesta y decía que por qué tenían que vender siempre los mejores jugadores al América. Se había dilatado la venta. Miguel Rodríguez nos había adelantado una plata y nos dijo: ese es el anticipo, si se daña el negocio les queda de regalo. Después todo se arregló.

¿Miguel Ridríguez regañaba cuando América perdía?
No, él no regañaba por eso, regañaba cuando había movimientos de indisciplina de los jugadores. Se enteraba de todo, absolutamente de todo. Y advertía a los jugadores cuando estaban a punto de meterse en un problema: no se meta con la novia de tal, ojo. Era asombroso como sabía todo.

¿Se metían en la elección de la titular? ¿Imponían jugadores?
Con Ochoa Uribe no creo. De pronto sí, me imagino. No vi a ningún directivo en ese plan, ahora sí, ahora tienen un negocio por la venta de los futbolistas al extranjero, quieren ganarse comisiones. Los representantes se mueven, existen las coimas.

Usted era ‘mamador de gallo’ en las concentraciones. Sus compañeros recuerdan muchas anécdotas suyas...
(Risas). Una vez estábamos en el hotel Royal, en el séptimo piso, y agarre los papeles higiénicos para lanzarlos por la ventana, ¡sale Junior eeehh! Los papeles quedaron enganchados en la entrada del hotel como en los estadios. El técnico era Néstor Manfredi. Juan Carlos Delménico, que me tenía como pupilo, me protegió. Citaron a todos los jugadores al comedor y Manfredi dijo: el que hizo esto agarra las maletas y se va. Delménico dijo: fui yo, profe, me dicen 'El Loco’, yo soy loco. Manfredi dijo: no ha pasado nada, todos para la habitación. A mí sí me hubieran echado.

¿Qué más hizo?
Una vez me robé el bus del Junior y me fui a dar vueltas por la ciudad con Didí Valderrama, William Rico, William Knigth, Carlos Ischia.  

¿Cuándo fue la última vez que entró al estadio Metropolitano?
El día de la despedida del ‘Pibe’ Valderrama. Ese día 'Bolillo’ Gómez también me hizo la rosca. ‘El Pibe’ le tuvo qué decir: hey, qué, mete a Abello. Me metió faltando poquito para el final (risas).

La frase
“El Country nunca me ha hecho un homenaje, creo que soy el único futbolista profesional que salió de allá”

El dato
Sus equipos: Junior, Santa Fe, América, Sporting y Unión Magdalena.

Facebook
Twitter
Messenger
Whatsapp
Convierta a El Heraldo en su fuente de noticias
X
COMO REPORTAR A WASAPEA
1. Agrega a tu celular el número de Wasapea a EL HERALDO: +57 310 438 3838
2. Envía tus reportes, denuncias y opiniones a través de textos, fotografías y videos. Recuerda grabar y fotografiar los hechos horizontalmente.
3. EL HERALDO se encargará de hacer seguimiento a la información para luego publicarla en nuestros sitio web.
4. Recuerda que puedes enviarnos un video selfie relatándonos la situación.