El Heraldo
La antigua ciudad de Palmira, en Siria, una de las joyas arqueológicas de Oriente Medio, está amenazada por el ataque del grupo terrorista Estado Islámico (EI), que se enfrenta al ejército sirio a menos de diez km del lugar.
Cultura

La Ruta de la Seda, en el centro del fuego

La guerra, los saqueos y los ataques del grupo terrorista Estado Islámico (EI) han llevado a una situación catastrófica a las antigüedades en Siria, ahora preocupados por el futuro del sitio arqueológico de Palmira ante el ataque de los yihadistas.

“Es un desastre”, sentencia en una entrevista a Efe el director general de las Antigüedades y Museos de Siria, Maamún Abdelkarim, cuando echa la vista atrás a estos más de cuatro años de contienda, en los que unos 750 lugares y monumentos han sido dañados a lo largo y ancho del territorio.

Son muchas sus inquietudes, pero actualmente si hay algo que quita el sueño a Abdelkarim es el devenir de las ruinas Palmira, incluidas en la Lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, a la luz del historial de los yihadistas de destrucción de lugares arqueológicos en Siria e Irak.

Previa a la irrupción del EI, la ciudad monumental ha sufrido saqueos desde el inicio de la guerra: «Antes del ataque actual, hubo, sobre todo, robos de tumbas, especialmente de estatuas. Recuperamos recientemente 120 piezas antes de que fueran sacadas ilegalmente de Siria», detalla Abdelkarim.

Junto a Palmira, los otros cinco lugares sirios en la lista de la Unesco son los cascos viejos de Damasco, Alepo y Busra; el Crac de los Caballeros y las aldeas antiguas del norte, que conformaron la famosa Ruta de la Seda, que fue el itinerario que en la antigüedad unió los imperios romano y chino, el camino por el cual las sedas de Oriente llegaron a Roma. Los extremos de la Ruta se sitúan en Roma y en la ciudad china de Xian, y sus diversos ramales cruzan ciudades antaño fabulosas como Damasco, Bagdad o Samarkanda.

De todos los lugares en la lista de la Unesco, el peor parado es Alepo, escenario de combates desde julio de 2012. En esta urbe, unos 100 edificios tradicionales han sido destruidos y 1.000 tiendas del zoco han resultado calcinadas.

«Alepo es el más afectado en toda Siria –lamenta Abdelkarim–. Si los combates continúan allí uno o dos años más, el destrozo será total».

El director de las Antigüedades sirias se queja de que pocos puntos han quedado libres de destrucción. Para velar por el patrimonio, las autoridades sirias cooperan con la Unesco, organizaciones internacionales y otros gobiernos.

Y allí donde no llegan los funcionarios intenta actuar el Grupo de Trabajo del Patrimonio Sirio (GTPS), dirigido por el profesor Amer al Azm, de la Universidad de Estado de Shawnee en Ohio (EE.UU.).

Hasta principios de este año, esta organización colaboraba con el Ejecutivo interino de la oposición siria, pero por falta de fondos de este ya no lo hace. El grupo dispone de una red de entre 50 y 70 arqueólogos, expertos y activistas dentro del país. «Nuestra labor se divide en dos áreas principales: la primera es supervisar, tenemos equipos en diferentes zonas, la mayoría fuera del control del régimen, que vigilan cualquier violación o saqueo», explica el experto sirio a Efe por internet.

También tienen a personas en los dominios del EI, «que operan con mucho riesgo y en máximo secreto», subraya. La otra línea de trabajo son «las intervenciones a pequeña escala», como la llevada a cabo en el Museo de Mosaicos de Marra, al sur de Alepo, con una de las colecciones más importantes de los siglos III y VI d.C. de la época romana y bizantina.

Allí, los voluntarios reforzaron la teselas de los mosaicos con pegamento y las cubrieron, además de protegerlas con sacos de arena, de posibles ataques.

Este tipo de acciones son imposibles de desarrollar en las regiones en poder del EI, donde el GTPS se limita a documentar los daños.

Según datos oficiales sirios, tan solo en Al Raqa y Deir al Zur, bastiones del EI, habría casi un centenar de edificios y lugares arqueológicos destruidos, como mezquitas, mausoleos, iglesias y antiguos bazares.

Pero los yihadistas no se limitan a devastar con fines propagandísticos, sino que también sacan partido de la venta ilegal de antigüedades.

Al Azm recuerda que a principios del pasado verano los radicales exigían un impuesto para todo aquel que quisiera excavar y extraer artefactos arqueológicos, pero ahora lo hacen ellos mismos.

«Crearon una oficina especial para administrarlo (el saqueo), y tiene su propia red de traficantes», indica Al Azm.

Ahora, el punto de mira del EI es Palmira, porque «al tratarse de un sitio Patrimonio de la Humanidad lo que se saque de ella es fácil de vender y además las cosas están en la superficie, no es necesario excavar», advierte el historiador.

Palmira, un valor universal excepcional

Situado al nordeste de Damasco, en el desierto de Siria, el oasis de Palmira alberga las ruinas monumentales de una gran ciudad que fue uno de los centros culturales más importantes de la Antigüedad. Sometidas a la influencia de diversas civilizaciones, la arquitectura y las artes de Palmira fusionaron en los siglos I y II las técnicas grecorromanas con las tradiciones artísticas autóctonas y persas.

Mencionado por primera vez en los archivos de Mari en el segundo milenio antes de Cristo, Palmira quedó bajo control romano a mediados del siglo I d.C. Creció de manera constante en importancia como una ciudad en la ruta comercial que une Persia, India y China con el Imperio Romano, que marca la encrucijada de varias civilizaciones en el mundo antiguo. Una gran calle, con columnas de longitud 1.100 metros, forma el eje monumental de la ciudad, que junto con las calles transversales con columnas secundarias enlaza los principales monumentos públicos, incluyendo el templo de Baal, el Campo de Diocleciano, el Ágora, Teatro, y otros templos. El gran templo de Baal se considera uno de los edificios religiosos más importantes del siglo 1 d.C. en el Este y de diseño único. El tratamiento escultórico tallado del arco monumental a través del cual la ciudad se aborda desde el gran templo es un ejemplo excepcional del arte de Palmira. Palmira ejerció una influencia decisiva en la evolución de la arquitectura neoclásica y moderna urbanización. La ciudad ofrece el ejemplo consumado de un antiguo complejo urbanizado, en su mayor parte protegida, con sus grandes monumentos públicos, como el Ágora, el Teatro y los templos. Junto a estos, los barrios habitados se conservan, y hay inmensos cementerios fuera del recinto fortificado.

Palmira se convirtió en un punto de parada entre Al-Shaam e Irak, el Golfo Árabe y Persia y el Mediterráneo. Fue a la explotación de este rico comercio de las caravanas que la ciudad debe su prosperidad e importancia. Palmira se estableció como el mercado más importante para los productos del Este y la ciudad más importante en las caravanas del Imperio Romano, asumiendo un papel que anteriormente se habían realizado por Petra. Esto comenzó cuando el emperador Trajano en el año 105 a 6 incorporó a la nueva provincia de Arabia, tras la anexión de Nabatea, un Estado cliente que controlaba gran parte del comercio con Oriente.

Durante la tercera siglo d.C., con la adhesión de la dinastía sasánida al trono de los partos y la reanudación de las hostilidades resultante contra los romanos, Palmira también asumió un papel estratégico y militar importante: el noble Septimio Odenato obtuvo apoyo y reconocimiento por parte de Roma, como un aliado en su lucha contra los sasánidas.

Cuando el emperador Valeriano fue derrotado y capturado por el rey de los partos, Odenato tomó una posición en defensa del imperio y el hijo de Valeriano, Galieno, ganando una serie de victorias militares. Le sucedió en el trono su hijo más joven de su segundo matrimonio, Wahballath, bajo la regencia de su madre Zenobia, quien invitó a su corte como preceptor de su hijo Casio Longino. Ella conquistó toda Siria y extendió su dominio hasta Egipto y Anatolia.

Palmira, que se salvó al principio, hizo un intento de rebelión, pero fue capturado y saqueada rápidamente, y las murallas de la ciudad fueron destruidos. Fue el comienzo de la decadencia de la ciudad, pero el mito de la reina de Palmira, Zenobia, no fue destruido. Ella era la encarnación de los mejores hombres y virtudes femeninas, que iban a sobrevivir al colapso del mundo antiguo.

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