Viva la cumbia
Durante los años 40 y 50 y hasta mediados de los 60, se vivió en Colombia la llamada ‘época de oro’ de la cumbia, que proyectó a escala mundial el rico folclore de nuestro país y le dio a este una identidad musical por varias décadas.
Compuesta por Juan Madera y Wilson Choperena, Pedro Salcedo grabó en 1960 la que sería la cumbia más famosa de Colombia en todo el mundo: La pollera colorá. Ese sería uno de los picos más altos en la internacionalización de nuestra música, apenas comparable con la de Se va el caimán.
El primer músico colombiano en aventurarse al norte del continente fue el cantante barranquillero Luis Carlos Meyer, quien decidió –después de una exitosa gira por distintos países vecinos– instalarse en México.
Meyer fue uno de los primeros que llevó la cumbia a México, dejando en ese país una gran muestra de la nueva música tropical colombiana, cantando al lado de Tony Camargo (que estuvo en el VIII Carnaval de las Artes) y grabando con importantes orquestas, como la de Rafael de Paz y Pablo Beltrán Ruiz.
En décadas más recientes, con la llegada de todas las ‘bonanzas’ del narcotráfico al país, la violencia suscitada desterró músicas y músicos de regiones tan prolíficas como las del Caribe colombiano. Además, la invasión de ritmos musicales desde Estados Unidos y otros países animados por la globalización, causó que la cumbia (y ritmos hijos suyos como el porro, la gaita, la chalupa, el bullerengue, el chandé, el paseo, el son y la puya) perdiera presencia en Colombia.
Aquí hay cada vez menos grabaciones de estos ritmos tradicionales, a diferencia del vallenato, convertido en símbolo de la música nacional colombiana, llevado por el mundo en la voz y el estilo moderno de Carlos Vives. (Sé que Vives ama también la cumbia y quiere popularizarla, como lo hizo con las canciones de Escalona y Zuleta).
Ya se nos murió Pablo Flórez, pero Vives, con Pedro Ramayá Beltrán, los Hermanos Piña, el Michi Sarmiento, Juancho Torres y otros pocos músicos siguen, por fortuna, alimentando la terquedad de continuar produciendo y divulgando la música tradicional del Caribe colombiano, junto a grupos más jóvenes que utilizan los clásicos como elementos de fusión para crear sus propias canciones.
Gracias al Carnaval de Barranquilla y a otras fiestas folclóricas, en Colombia todavía podemos bailar y ver bailar la cumbia clásica con tambora criolla, flauta de millo, guacharaca, maracas, tambor llamador y otros instrumentos del Caribe colombiano.
Lo que hizo Meyer en México y en numerosos países de la América Latina, lo hizo décadas después en Francia, Alemania, España y otras naciones europeas Totó, la Momposina.
Durante sus años de esplendor, del 40 al 60, la cumbia se diseminó por el mundo, pero terminó más arraigada en tres países latinoamericanos: Perú, México y Argentina.
Hay entonces una cumbia peruana, una argentina y otra mexicana que, inspiradas en la colombiana, directa o tangencialmente, la canibalizaron para construirse a su manera.
Mañana, en La Cueva, rendiremos un homenaje a la cumbia, pero a la nuestra, la original, a ver si empezamos a recuperarla como mejor sabemos: ¡bailando!
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