El Heraldo

Violenta sumisión

7:00 a.m., el noticiero matutino anuncia que una mujer fue atacada por un hombre en el suroriente de Bogotá con un ácido en su cara; 11:30 a.m., Twitter se inunda de insultos contra Salud Hernández por su columna dominical en la que reconoce ampliamente el talento de Diomedes Díaz pero rechaza su actitud machista; 2:38 p.m., el periódico titula “Por una taza sucia, mujer recibió 22 puñaladas en Risaralda”, 5:15 p.m., la radio entrevista a mujer víctima de violación quien afirma haber pedido ayuda pero “nadie hizo nada”. Mientras todos estos hechos han pasado en tan solo un día, alrededor de 140 mujeres fueron maltratadas por un hombre en Colombia, según informes de Medicina Legal.
  
A pesar de vivir un día a día tan marcado por la violencia contra la mujer, aún personas como Andrés Jaramillo se preguntan abiertamente en medios de comunicación nacional: “¿A qué juega una mujer que llega vestida con un sobretodo y debajo tiene una minifalda?”. Si al igual que Andrés Jaramillo existen infinidad de hombres en Colombia que creen que una violación puede ser inducida por la mujer, que no nos extrañe que exista un Movimiento Machista Casanareño, cuyo fundador pregona que a la mujer hay que “darle duro como al ganado”.

Como sociedad debemos entender que las violaciones son 100% responsabilidad del violador, que la violencia contra la mujer es un delito y debe ser reprochada vehemente, que tenemos la responsabilidad  de denunciar penalmente el maltrato de género, y dentro de nuestra familias defender la independencia y autonomía de la mujer. 

¿En qué clase de sociedad estamos viviendo donde permitimos que abiertamente pasen inadvertidas las peores infamias contra la mujer? 

Vivimos en el país donde se está negociando el fin de un conflicto armado que ha tenido por principales víctimas a las mujeres, pero en cuyas mesas de diálogo no existe una sola representante mujer por parte del Estado.

En Colombia existe una práctica misógina que día a día acaba con la integridad de la mujer, que lleva a constantes maltratos contra ella y que implica su continua degradación. El machismo tan arraigado en todas las regiones del país es cada vez más alarmante y es preocupante que existan todavía círculos sociales que justifiquen la violencia contra la mujer o que promuevan el indignante papel de sumisión dentro de su familia.

En Colombia diariamente hacemos una alabanza a la belleza de las mujeres, en los reinados, en los realities, en las series de televisión y en los noticieros, pero cuando una mujer físicamente atractiva quiere ocupar espacios de poder es marginada abiertamente y estigmatizada sin razón alguna.

El artículo “Lo difícil de ser mujer”, de María Jimena Duzán, critica que muchas de las mujeres que ocupan cargos públicos en Colombia alguna vez fueron reinas o actuaron como tales. No existe relación alguna entre la belleza física de una mujer y sus capacidades intelectuales y cualquier vínculo que se pretenda hacer es una triste apología al machismo que tanto daño hace.  

@tatidangond

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