‘Unhappy birthday’
Tradúzcase “cumpleaños infeliz”, que no de otra forma puede calificarse la ‘fiesta de quince’ del Plan Colombia, que se celebra en la Casa Blanca mientras escribo estas líneas, con muchos invitados que viajaron en dos aviones fletados por nuestro austero Gobierno.
También mientras escribo, el país muere de sed y los niños de desnutrición en La Guajira, y el ELN anuncia estar a punto de diálogo destruyendo la planta eléctrica de un corregimiento y secuestrando a un militar, noticia que importunó al presidente en medio de los festejos.
Para qué la celebración si el país regresa rápidamente a cifras del año 2000, cuando había 163.000 hectáreas sembradas. En 2012 ya eran apenas 49.000, y entonces había motivo para celebrar, tras doce años de esfuerzos de nuestra Fuerza Pública y 10 mil millones de dólares de los contribuyentes estadounidenses. En 2013 cambia la tendencia y en 2014 el incremento fue del 44%, con más de 69 mil hectáreas, pasando de 170 toneladas de coca en 2010 a más de 400, valoradas en más de 12 mil millones de dólares. Se estima que la cosecha 2015 será mayor y mayores los dividendos de las Farc, con dólar a 3.300. Las cifras no son de opositores furibundos sino del
Washington Post con datos del Simci. Con esa tendencia regresamos al primer lugar del podio vergonzoso de la producción de coca, y en tres años podríamos estar como empezamos.
Detrás de esta historia estuvo el acierto de Andrés Pastrana, que convenció a Estados Unidos de su corresponsabilidad, y el realismo de Álvaro Uribe, quien les hizo entender que las Farc eran –y son– los mayores narcotraficantes –aún hoy controlan el 70% del área sembrada–, y que el éxito de la lucha antidrogas pasaba por combatirlas.
¿Por qué no bajamos de 46.000 hectáreas? Si el narcotráfico alimenta el terrorismo, ¿por qué, cuando estábamos estrangulando el ingreso de las Farc y llevándolas a negociar su reinserción con justicia transicional, pero nada más, decidimos sentarlos como alta parte negociadora, a decidir, de igual a igual, no solo la política rural, sino –¡insólito!– también la política antidrogas?
¿Qué pasó? En 2012 se inician las negociaciones de La Habana. En 2013, un paro campesino en el Catatumbo, movido desde afuera por el chavismo y desde adentro por la mezcla incendiaria de Farc, ELN y Megateo, terminó en la suspensión de la fumigación. En 2014, con la misma estrategia –paro y apoyo vecino– se suspendió en Putumayo. En 2015, con base en la clasificación de la OMS como “probablemente cancerígeno”, el Gobierno suspende del todo la fumigación con glifosato.
Entretanto, la sustitución es promesa y la erradicación manual no avanza, porque los socios de la mesa no lo permiten con el minado y el hostigamiento. ¿Resultado? El narcotráfico, que todo lo destruye y lo corrompe, crece sin talanqueras. Pero no importa: “Happy birthday”.
@jflafaurie
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