Un aspecto que ignoran muchas universidades mediocres que solo aspiran al lucro a través de matrículas y abusos, es que deben formar profesionales y además ciudadanos responsables. En muchos años vinculado a la cátedra superior nos hemos dado cuenta lamentablemente que desde el colegio llegan a los claustros universitarios jóvenes que no saben que Bogotá es la capital del país.

Y las universidades de bolsillo, de garaje, no hace nada por corregir este error, esta lamentable equivocación que tiene su génesis en los colegios y más profundamente considerado en el pénsum del Ministerio, que ojalá la doctora Gina brillante profesional, pueda enmendar.
Ese pénsum mezcló entre sociales o humanidades área amplias, coyunturales y subjetivas, material puntuales tan trascendentales que antes existían autónomas como cívica, urbanidad, cultura ciudadana. Algo realmente inaudito. Peor aún, las materias de geografía e historia universal o de Colombia, son incluidas muy por encima de esas abstractas divisiones del saber que llaman colectivamente humanidades o sociales, donde cabe todo, la verdad.

¿Qué sucede entonces? Vaya Ud. a preguntarle a un alumno dónde queda el río Támesis o cuál es el pico montañoso más alto del mundo, o cuál es la capital de Grecia, o quién era Antonio Nariño, o que exponga algo relacionado con Juan Jacobo Rousseau o Albert Camus, y se sorprenderá de la cara de ignorancia del preguntado. Pero paradójicamente interrogue a esos mismos alumnos y pregúnteles por el último modelo de computador, o el GSP de alta tecnología, o las aplicaciones de última hora, o cómo llegar a un área virtual de complicadas redes para lograr intercomunicarse con el mundo, y no solamente recibirá una respuesta inmediata sino que le dictará una cátedra donde el amigo Jobs quedará pálido e inerte.

Esto tiene que cambiar. No es posible que una región tan inculta como el Caribe colombiano no tenga en el pénsum cátedras de civismo, urbanidad y cultura ciudadana, que tanta falta nos hacen porque, ¿para qué decirlo con rubor y sin él?, nos produce muchísima vergüenza, así lo veamos a diario en la vida cotidiana. Pero además es impactante la ignorancia en estas materias mencionadas, la historia nuestra, la colombiana, la universal, la geografía, que son quizás la esencia y el sustento de nuestra educación. Es casi un axioma que necesitamos saber y conocer de dónde venimos para entender para dónde vamos.

La parcelación de las materias en el bachillerato como antes se hacía ayudaba mucho a la orientación del alumno respecto a la escogencia de su preferencia universitaria. Además, servía de plataforma para una cultura más sólida, una mayor ampliación de sus conocimientos y un universo más fundamentado en las realidades que se viven.

El gran maestro de la teosofía, Jinarajadasa, decía con tanto acierto que “una educación perfecta exige saber algo de todo y todo sobre una determinada materia”, enseñanza magistral que nos muestra la importancia para quien estudia de adentrarse profundo en temas trascendentales como la cultura ciudadana, el civismo y la urbanidad, conocer en detalles la historia y la geografía de nuestros medios físicos, para poder entender la universalidad del mundo que nos rodea. 
Confiamos en que el Ministerio empiece a estudiar estas reformas. Alguien, autorizado, nos trajo la versión de que ya comenzaron.