En un libro muy bueno de 639 páginas, que he releído varias veces, titulado Ciudadanía activa: Iniciativas para fortalecer la democracia, hay un ensayo de un autor puertorriqueño, Alfredo Carrasquillo, que lleva por título La importancia de la democracia deliberativa para el fortalecimiento de la sociedad civil. Habla de dos obstáculos que han dificultado la construcción de una sociedad civil más vital y participativa en Puerto Rico: la existencia de una cultura hostil al diálogo y la concertación entre perspectivas diversas, y la persistencia de viejos paradigmas de gestión pública, fruto de la herencia colonial, que les conceden primacía a los políticos y a los funcionarios públicos por encima de la ciudadanía. 

En Barranquilla - que apenas intenta salir de la premodernidad política - no pasa nada distinto. Tenemos una gran debilidad en participación. Carecemos de una sociedad civil fuerte. Prevalece la idea de que los políticos y los funcionarios públicos son más importantes que los ciudadanos. Los precarios niveles de participación están asociados a la crisis de mediación de los partidos políticos que parecen no existir, a los déficits de rendición de cuentas del Gobierno Distrital que sigue entendiendo este ejercicio como un espectáculo de un día, a la baja representatividad de los concejales, y al peso cada vez más exagerado de los funcionarios del Distrito en la toma de decisiones en detrimento del diálogo y la concertación.

El reto es ir cambiando esta realidad: que los ciudadanos barranquilleros sean más protagónicos e incidentes en las decisiones públicas. Más allá del ritual de votar, el deber de los hombres y mujeres de esta ciudad es hacer oír su voz y utilizar las herramientas de la Constitución y las leyes. La democracia participativa es la única que puede introducir cambios positivos y virtuosos en las relaciones entre ciudadanía e instituciones públicas. Esto nos va a tomar tiempo y se requieren liderazgos con convicción y firmeza para hacer esta tarea.

Una herramienta para promover la participación y la deliberación son las veedurías. Constituyen "un poderoso factor de control social de la gestión pública, orientado a mejorar el desempeño de los gobiernos en términos de honradez, eficiencia y eficacia". (Democracia y participación en América Latina, Fabio Velásquez). 

En el marco de esta visión, la Fundación Protransparencia se ha planteado el impulso a unas veedurías de impacto, dejando muy claro que éstas no deben verse como una expresión opositora o una amenaza a los gobiernos de turno sino como un aporte ciudadano a la excelencia de la gestión pública.    

A través de nuestra nueva página (www.protransparencia.org), por Facebook, Twitter y por cartas personales, estamos promoviendo la conformación de un voluntariado de veedores, y sugiriendo algunos temas, entre ellos, aseo, valorización, energía, reparcheo, espacio público, Soledad, Campo Alegre, Transmetro y POT.

Los resultados de estas veedurías serán divulgados por los medios de comunicación y las redes de Internet. Hay que hacer público lo público.

@HoracioBrieva