Un futuro mejor
Uno de los motivos por los que no quisiera morirme tan rápido es por la inmensa curiosidad que me despierta una serie de descubrimientos que la ciencia está a punto de realizar.
Una de las dudas humanas que pronto podría ser resuelta es la complejidad de nuestra mente. Ello nos permitiría saber por qué el hombre no es un animal, y también encontrar soluciones a tantos problemas psicológicos que hoy afectan a millones de personas.
Agobiados como estamos por lo cotidiano, pasan inadvertidas noticias que son de trascendencia para nuestras vidas. El presidente Barack Obama aprobó un billonario fondo que dio inicio al proyecto “Mapa de la actividad cerebral”, que será un desafío semejante al asumido en los estudios sobre el genoma humano.
El estudio nos permitirá entender cómo determinadas funciones del cerebro afectan el comportamiento humano, y cómo moldean nuestra personalidad, explicando claramente por qué sentimos y por qué pensamos. Nos dará evidencias de cómo los procesos físicos influyen en la mente, y del mismo modo cómo los hechos mentales influyen en el cerebro y el cuerpo. Lo que dará respuestas mucho más certeras a enfermedades catastróficas, a la reducción del estrés, y tratamientos muy efectivos para combatir la hipertensión, el dolor crónico, el insomnio, la angustia y la depresión.
El escritor Milan Kundera dijo hace algún tiempo: “Es impresionante cómo avanza la sociedad, el único que no progresa es el hombre”. Se estaba refiriendo a todo el conocimiento acumulado del mundo físico, que ha hecho que tengamos una comprensión profunda de la naturaleza: hemos llegado a la Luna, conocemos el universo, y tantas cosas que nos maravillan. Pero sabemos muy poco sobre nosotros mismos. No tenemos certeza sobre cómo se generan nuestras fantasías y la imaginación. No sabemos hasta qué punto las emociones y pensamientos afectan nuestra salud. Cómo percibimos la realidad que vivimos. Por qué soñamos. Y tantas otras dudas existenciales que nos agobian.
Este gran proyecto del mapa de la actividad cerebral permitirá también derribar la falsa dicotomía entre lo tangible y lo espiritual, que es uno de los grandes misterios que el hombre no ha podido resolver.
Hacia el futuro, cuando se evalúe la obra de Obama, pocos recordarán sus esfuerzos por solucionar los problemas del estatus migratorio, o los bombardeos a los yihadistas en Irak y Siria.
La gente recordará que —por su iniciativa de financiar el estudio sobre “el mapa cerebral”—, millones de personas dejaron de sufrir insomnio, depresiones, angustias, y probablemente no volveremos a escuchar sobre el párkinson y el alzhéimer.
Aunque el uso de los descubrimientos científicos tiene riesgos, confiemos en que estos resultados serán para el bien de la humanidad.
joseamaramar@yahoo.com
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