Uber vs. taxi
Renovarse o morir, podría ser el eslogan del siglo XXI. Actividades comerciales que fueron exitosas y que generaron muchos empleos en el siglo pasado, hoy están amenazadas por nuevas formas de hacer las cosas más eficientes y de mayores beneficios para el usuario.
Uno de estos nuevos negocios es el de transporte público denominado Uber, cuyo controvertido creador expresa que es un servicio bastante mejor que un taxi. Es un nuevo modelo de servicio de movilidad de personas y bienes. Como señala el economista Óscar Guillermo Garretón, es otra organización nacida de la interconexión vía redes sociales que se extiende en el mundo, cual mancha de aceite.
La Revolución Industrial produjo inventos que cambiaron el mundo. Hoy, la revolución tecnológica está también cambiando abruptamente las formas de producción, comercio y prácticas de vida.
Durante varios siglos, las personas iluminaban sus noches con velas y candiles, hasta que apareció el bombillo. Y, a pesar de las protestas de los propietarios de las fábricas de velas y sus trabajadores, la luz eléctrica prácticamente acabó con ese negocio.
No se puede negar que actualmente en Colombia Uber es una competencia inequitativa, ya que quienes están operando taxis con licencia están en desventaja frente a los que operan sin que tengan que pagar los cupos y los impuestos respectivos.
Lo que no se puede desconocer es que los colombianos están aburridos del mal servicio de los taxistas: este es un negocio controlado por pocos contra una gran demanda del mercado. La bolsa es grande; según el senador Robledo, diariamente en Bogotá hay un millón seiscientos mil carreras de taxi.
Si el país decide legislar, en primer lugar debería revisar las condiciones laborales de los taxistas. No es justo que el taxista —funcionando por el sistema denominado ‘agua y luz’, y con el taxi arrendado las 24 horas— entre arriendo, gas, frecuencia y mantenimiento tenga que pagar diariamente alrededor de $140.000, y, si quiere llevarse $50.000 a su casa, tiene que trabajar 16 o más horas diarias. En este tráfico de Barranquilla, con el cansancio acumulado y el estrés no podemos pretender que sean amables y den un buen servicio.
Si se quieren crear nuevas regulaciones deberían eliminarse las normas que amparan privilegios para algunos pocos y perjudican al resto. El conflicto taxis vs. Uber debe resolverse buscando lo que sea mejor para el usuario, y también garantizando que el Estado ponga en igualdad de normas a las empresas que prestan el mismo servicio. Es indudable que el servicio de Uber suele ser más eficiente, barato, pagadero con tarjeta de crédito y mucho más seguro, con seguimiento satelital del recorrido que permite el desplazamiento con autos identificados.
El viejo modelo taxista, como una canoa deteriorada, hace agua por todos lados. Y, al igual que en el siglo pasado, nadie quiere alumbrarse con velas habiendo electricidad. El Estado debería regular asegurando la calidad del servicio. Así también se beneficiaría al usuario y no solo a los grupos de interés.
joseamaramar@yahoo.com
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