Quedamos con ganas de ver la hazaña del Junior en Medellín. Tenía claro que no era pan comido y que se necesitaba más que una despedida optimista y emotiva de la hinchada o un “Sí se puede” como titular en EL HERALDO. Calidad, vigor y osadía en el equipo eran indispensables en ese objetivo de hacer historia en el Atanasio Girardot.

Esperaba una cuota más alta de esos tres aspectos para que, por lo menos, los hinchas, esos fieles que se fueron en caravana del hotel al aeropuerto para acompañar la partida del plantel a la capital paisa, disfrutaran con una victoria aunque fuese moral: DIM ganó en el escritorio, no en la cancha.

Lamentablemente se perdió en la oficina y en el gramado. El insólito y ridículo error de incluir a cuatro extranjeros en el primer partido terminó condicionando y marcando el destino de una serie muy pareja, que en situación normal pudo terminar en penales.

Ahora viene la pregunta del millón: ¿sigue Alexis Mendoza en la dirección técnica del Junior?

A pesar de la garrafal equivocación (compartida con sus asistentes y Báez) de poner un cuarteto foráneo, de sus problemas en la lectura de los partidos y sus cambios tardíos, considero que se le debe dar continuidad.

Además de ser un hombre de las entrañas del club y barranquillero, que es un plus importante (siempre se vive reclamando identidad y sentido de pertenencia), ha mostrado buen manejo de grupo y un trabajo serio y comprometido. El equipo alcanzó picos futbolísticos altos. Se vio perjudicado por las lesiones de jugadores que andaban en buen momento y por la falta de un verdadero refuerzo para el ataque.

Si hemos aguantado siete ciclos del ‘Zurdo’ López y seis de Comesaña, por ejemplo, ¿no vamos a avalar que Mendoza siga al menos seis meses más?