¿Qué nos hace falta?
Barranquilla crece cada día más y más, y del uno al otro confín sus niveles poblacionales se esparcen desordenadamente y los ciudadanos padecen, en el día a día, la deficiencia y la desorganización del transporte urbano. Por las calles se escuchan voces de inconformidad que aclaman soluciones de fondo para los problemas que aún atajan el desarrollo de la ciudad.
Es momento de trabajar unidos por una visión de progreso sólida y a partir de allí generar una hoja de ruta clara, que marque los pasos a seguir para darle fin a los inconvenientes de movilidad que tanto aquejan a los habitantes.
Hoy en día vemos ejemplos que demuestran que sí se puede y que renuevan la esperanza de bienestar para nuestra ciudad. Las nuevas avenidas que sacó adelante en tiempo récord la Alcaldía a cargo de Elsa Noguera solucionaron con el mayor éxito el problema de los arroyos, que de hecho ya hicieron frente a los primeros torrenciales aguaceros del año.
Sumado a esto, el Metro se constituye en la segunda parte de las soluciones. Este sistema de transporte –diseñado por ingenieros barranquilleros que ya conocen los casos de éxito de otras ciudades como Santiago de Chile, Buenos Aires, México y Medellín– es esperado desde hace tiempo por una ciudad que hoy vemos más cerca de sus realizaciones de lo que creíamos en un pasado cercano.
Por otro lado, en estos días se habla de extender una línea férrea de integración para la Costa Atlántica, partiendo de Montería, Sincelejo, Cartagena, Barranquilla y terminando en Santa Marta, último ramal sobre el puente Magdalena. Algo parecido a como lo está haciendo el Ferrocarril del Pacífico, el cual extiende sus redes entre el Valle del Cauca y Quindío, y espera mover 230 mil toneladas para finales de 2015.
Igualmente, el nuevo y majestuoso puente sobre el río Magdalena es un hito para el tráfico automotor entre Barranquilla y Santa Marta. Además, cuenta con suficiente altura y está dotado del sistema de suspensión hidráulica para permitir el paso de los grandes barcos que ingresan por Bocas de Cenizas.
Y si he mencionado el Río, ¿cómo no podríamos pensar en restaurar a través de la empresa privada la navegación fluvial para el transporte de carga? Esto, con la doble finalidad de los fletes de bajos costo y el flujo de turistas que deseen conocer una nueva e interesante geografía a todo lo largo del río Magdalena.
Pero eso no es todo. Aún se piensa en la posibilidad de habilitar puertos fluviales alternos para la exportación e importación de insumos y de minería, tales como Gamarra, La Gloria, Magangué, Plato, Zambrano, Tamalameque, El Banco, La Dorada, Puerto Wilches y Barrancabermeja, entre otros; lo que daría un nuevo hálito de vida a todo lo que se encuentra próximo y cercano a esa gran arteria fluvial.
Sin embargo, más allá de lo expuesto, nosotros como ciudadanos también debemos ser protagonistas de nuestro propio desarrollo. Más allá de la infraestructura y del cemento, tenemos la responsabilidad de velar por la sana convivencia, cuidar el entorno, ser educados, tener cultura ciudadana y actuar con respeto, y esta labor empieza desde tu propio hogar. Como dice el proverbio chino: “Antes de iniciar la labor de cambiar el mundo, da tres vueltas por tu propia casa”.
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