El Heraldo

Preocupación que en Fifa no tienen

Algunos perversos amigos nuestros –que se creen por parte de otros amigos que sí lo son en todo el sentido de la palabra– no dejan de considerar que en alguna forma el hecho nos perturba en razón directa con nuestro ‘barranquillerismo’ que el no haberse batallado de manera cívico-deportiva para haber conseguido la sede de los Juegos Panamericanos, que si consiguieron los caleños sin antecedentes en materia de organización similar, nos tiene y mantiene con cierta frustración mental y moral.

Pero hagamos a un lado todo lo anterior para continuar hoy con un tema de fútbol, pero no ya sobre estas Eliminatorias y en especial el triste y malongo desempeño del combinado colombiano, que hasta podría decirse- como dicen los cubanos dicharacheros- que dio la cómica frente al seleccionado argentino, que sin público, sin prensa, sin nada distinto a la adhesión de sus dirigentes en el estadio Roberto Meléndez- así como lo leen, que nada de Metropolitano de pacotilla, cucaracheros de la letra de molde y las ondas etéreas-  nos ganó jugando fútbol, no al ‘cuco’, ni nada parecido.

Al tema futbolístico al cual queremos referirnos hoy es sobre la decisión tomada por la Federación de Fútbol de los Estados Unidos, que muestra su preocupación por accidentes que pueden presentarse en el fútbol infantil, prohibiendo que niños entre los 10 y 12 años  cabeceen el balón. Está comprobado que las células cerebrales a esa edad tan tierna, cabecear repetidamente el balón deja lecciones que a la postre le causan severos daños cerebrales a sus ejecutores de antaño, ya que las lesiones salen a flote generalmente cuando el jugador ha dejado de serlo.

Y eso que ya este balón de ahora es incuestionablemente menos lesivo que el que todos conocimos, pegamos y cabeceamos en nuestra primera juventud; el mismo que tenía una vejiga de caucho tremenda. Un día le dimos a Vigorón Mejía una razón que le mandaba ‘el Flaco’ Meléndez para que fuera a entrenar, pues tenía un partido con veteranos samarios y Vigorón nos dio una respuesta que nos inquieta de veras ¡Nombre, Chelo, si yo estoy mal; esta mañana no podía levantarme de la cama y tuvo que ayudarme mi hermana! Palabras tristemente proféticas, porque al poco tiempo Vigorón moría. ¿De qué? De un balonazo que le dieron en la cabeza cuando era el formidable back de aquellos tiempos.

Esta preocupación de la Liga de Estados Unidos debería haber sido de la inefable Fifa, pero cueva de Rolando no le interesa una preocupación prevista de esta Fifa, que esté en el banquillo, pues desde Blatter para abajo estos rolandos fiferos lo que le gustan son las ‘tajadas’, pero no de plátano maduro, sino de signos de pesos.

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