Postconflicto
“En la medida en que Uribe se deje informar sobre lo que estamos haciendo, estoy seguro de que aumentará su buena disposición sobre este proceso”, afirmó Santos el viernes en EL HERALDO. No solo Uribe sino el país entero. Quizás por un exceso de ingenuidad al creer que el país entero se montaría en el potro de la paz tan pronto él mostrara los avances de las negociaciones que hasta ese momento conservaba en secreto, el presidente –un zorro tan adelantado que incluso logró abrirse un hueco y pasar corriendo por entre las piernas del zorro líder de la manada–, entendió muy tarde que para entusiasmar al pueblo debía hacer pedagogía.
El proceso de paz es como una conquista amorosa: cada palabra y cada gesto importan con tal de lograr confianza. Por más tiempo y estrategia política que se le dedique, basta una mínima fisura para dar al traste con el objetivo. Uribe tiene muy claro esto y, en su afán de venganza personal al saberse “traicionado”, ha sabido minar la esperanza de muchos colombianos: a este gobierno le faltó un propagandista igual de rápido y tozudo que supiera concretar en 140 caracteres las bondades del proceso de paz para no tener que convertirse, tal cual como sucedió, en el sparring de Uribe. ¿Es más fácil fumar la pipa con las Farc que con el expresidente paisa?
Personalmente sigo queriendo creer que la firma con las Farc es posible, pero tengo claro que suena rimbombante llamar “paz” a lo que siga. Antes hay que hacer lo mismo con los elenos, con los narcos, con esos paramilitares que han sabido camuflarse como bacrim, un eufemismo heredado del gobierno de Uribe que pretende hacer creer que el paramilitarismo ya no existe tan solo porque unos pocos de sus líderes fueron traicionados, tal cual lo gritó ‘40’ antes de ingresar al avión con tiquete sin regreso de EEUU.
Ya sé que es prematuro –para los uribistas es ‘pretencioso’– hablar de postconflicto cuando ni siquiera se han definido los primeros tres puntos de la agenda (del tercero, el punto álgido sigue siendo la gradualidad en la sustitución de cultivos ilícitos. Las Farc exigen 10% anual durante 10 años y 28 millones por familia involucrada. Ante una pregunta que le formulé en el hangout que sostuvimos el viernes, por primera vez Santos dijo en público, “yo no aceptaría ningún principio de gradualidad”, y resaltó que “la guerrilla tiene que estar dispuesta a dejar de delinquir el primer día que se firmen los acuerdos”, pero el debate hay que iniciarlo.
El postconflicto debe adelantarse desde los gobiernos locales y, según Planeación Nacional, hay 320 municipios absolutamente precarios, lo que implica un rediseño total del Estado. Además, sugiere que las causas que alentaron el conflicto estén solucionadas. Hablamos de salir de la extrema pobreza, educación, salud, vías, descentralización ¿(Bogotá está dispuesta a perder poder?) y, por supuesto, mayor apertura democrática, que no es solo un tema ideológico de igualdad de oportunidades entre derecha e izquierda sino también de respeto ante el otro, incluyendo creencias religiosas, orientación sexual, eliminación del racismo, igualdad ante la ley (que a los ricos también se les juzgue, por ejemplo). ¿Estamos preparados?
La paz no es solo una firma, pero la firma al menos es la base.
@sanchezbaute
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