Petróleo: cambios geopolíticos
La locomotora minero-energética del cuatrienio Santos I definitivamente había terminado en el 2012, y hoy asistimos a la caída de los precios del petróleo ya casi a los $70 dólares el barril, cerrando el ciclo expansivo exportador de casi una década. Aunque uno no debe tener visiones catastrofistas, pues los precios del petróleo se estabilizarán por razones de oferta y demanda, la decisión de la Opep de no limitar la producción petrolera solo indica la situación desesperada de los grandes productores árabes: no pueden arriesgarse a perder mercados frente a los nuevos competidores, quién lo creyera, como Estados Unidos, con su producción de gas y petróleo basada en las nuevas tecnologías del fracking. Se repite la historia ocurrida en los 80, cuando los altos precios del petróleo después de la crisis de 1973, generaron las posibilidades de producción petrolera de otros países en el mundo. Si al anterior escenario le añadimos la moderación del crecimiento económico de China, el gran consumidor de energéticos, además del estancamiento europeo, sin dudas el escenario está completo para precios del petróleo entre $60 y $70 dólares para el año venidero.
El impacto de este escenario se hará sentir en las finanzas públicas colombianas. Apenas el 22 de octubre pasado, el ministro de Hacienda hablaba de un piso de $80 dólares para los cálculos presupuestales del 2015 y 2016. Sin duda, ese pronóstico ha quedado vuelto añicos. Por cada dólar que se pierda en el precio del petróleo se estima que se pierden entre $350 y $400 mil millones de pesos, recibiendo el Gobierno el impacto en los dividendos que Ecopetrol le transfiere y los ajustes que ya le han tenido que hacer al presupuesto del Sistema General de Regalías. La situación es preocupante para los gobiernos territoriales, pues tendrán que revisar a la baja sus probables ingresos en regalías, y habrá que empezar a corregir la nefasta tendencia de querer hacer todos los proyectos con base en regalías. Obviamente ya se han producido caídas en los portafolios de inversiones petroleras, las cuales se deben ir sintiendo en los fondos de pensiones voluntarias, y los fondos de cesantías y pensiones en general. En otras palabras, los millones de colombianos vinculados a dichos fondos verán mermadas su riqueza personal. Los ajustes en gastos de funcionamiento e inversión de las empresas petroleras ya empezaron, siendo lo más probable que se extiendan a todo el sector energético.
Por otro lado, la devaluación del peso le dará algún respiro al Gobierno, y podría ayudar al débil panorama exportador. Pero este deterioro de los términos de intercambio sin duda significará un proceso de desaceleración de la economía colombiana. Las proyecciones económicas hechas para el 2015 deben revisarse a la baja.
Las exportaciones minero-energéticas son necesarias para el crecimiento económico del país. Pero depender de los precios de las commodities es una estrategia frágil de crecimiento. El país debe recuperar su vocación exportadora industrial y agroindustrial, apoyándose en la nueva tasa de cambio y con una política más proactiva de desarrollo industrial.
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