Ciudad de Panamá cambia a una velocidad imposible de imaginar si uno no lo ve con sus propios ojos. Fácilmente se aprecia que cuentan con un envidiable respaldo económico, indispensable para construir megaobras en tan corto tiempo, y compromiso político para hacerlo. Mi penúltimo viaje a Panamá había sido en septiembre del 2012, y regresé en abril del 2014, un año y medio después. La queja de muchísimos ciudadanos era que el presidente Martinelli solo invertía en la capital y en obras civiles, no en la periferia ni en el campo social, por ello ganó las elecciones presidenciales y ya se posesionó el opositor Varela. Yo que fui de vacaciones pude apreciar las nuevas obras. ¡Y qué obras!

En el 2012 preferimos no bajarnos del carro en el casco antiguo de la ciudad porque no valía la pena y el sector se apreciaba muy deteriorado y hasta inseguro. Hoy es programa obligado, para los miles de turistas internacionales, recorrer a pie todo el casco antiguo con sus parques, entrar a sus bares, restaurantes, iglesias, ruinas consolidadas, hoteles boutiques, etc., estacionando el vehículo completamente gratis en un parqueadero de 5 pisos construido por el Gobierno sin afectar la arquitectura del área. ¡Todo eso en año y medio! En el 2012 apreciamos cómo se estaban fundiendo las columnas para soportar las líneas del futuro metro. Ya está en funcionamiento la primera línea de más de 8 kilómetros de extensión, parcialmente aérea por encima de avenidas, sin afectar el tráfico, y subterránea al pasar por el área más consolidada de la ciudad, con sus amplísimas y modernas estaciones, algunas a más de 20 metros de profundidad, dotadas con escaleras eléctricas, atravesando este metro toda la ciudad, de extremo a extremo.

Empalmando con el ‘Corredor Sur’, una autopista que conecta con el aeropuerto internacional de Tocumen, la ‘Cinta Costera’, un park-way convertido en la vía escénica más amplia y bella de Ciudad de Panamá, bordeando el mar, y con gran cantidad de verdaderos rascacielos del otro lado, con amplísimos y bien cuidados jardines, parques, monumentos, zonas verdes y playas de parqueo, fue continuada para acceder por esta hasta el casco antiguo, y han construido además, sobre el mar, el más impresionante puente en forma de herradura, de casi 3 kilómetros de largo, bordeando este puente el casco antiguo, con dos calzadas y 4 amplios carriles, además de una muy bien protegida y amplia vía lateral para ciclistas, trotadores y peatones, que llegan a espaciosos miradores y áreas de descanso, con zonas verdes y juegos infantiles. Dotado el puente de un modernísimo alumbrado público, sin postes, sino con horizontales cintas lumínicas en tecnología led adosadas a los muros de protección, reflectores de colores destacando la nueva arborización y luces blancas para las esculturas urbanas. Como complemento, las vigas inferiores de soporte del puente han sido iluminadas con moderna tecnología y colores que cambian de tonos de manera continua, a lo largo de este, para convertir esa obra en un espectáculo nocturno que llena de orgullo a los panameños. Y todo lo anterior construido en un solo período presidencial. Algo que me impactó muchísimo: hace año y medio se apreciaban muchos huecos en sus vías. ¡Hoy no queda uno! Un lunar: su señalización indicativa de destino, la indispensable para orientar a propios y turistas, es un verdadero desastre. Pero al ritmo que allá se construye, quizás a finales de año ya la habrán renovado íntegramente.

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