En las últimas semanas ha disminuido el torrente noticioso en torno a la Triple A. Ha bajado la marea informativa y de opinión alrededor del tema. Pero es bueno que no se duerma. Porque si hay un asunto que ha lesionado los derechos e intereses colectivos de los ciudadanos de Barranquilla, ese es la Triple A, además de Electricaribe. Las afectaciones de este mal negocio, como muchos que se han hecho en detrimento de la ciudad, han sido al patrimonio público económico y a la moralidad administrativa, sostienen algunos prestigiosos abogados.
Empecemos por decir algo en lo que siempre será necesario enfatizar. La Triple A se constituyó sin mediar un inventario de los bienes otorgados por la ciudad en concesión. Se ha hablado de $831.000 millones, pero esa cifra nunca ha podido demostrarse en una relación detallada de cada ítem entregado para el usufructo de unos privados. Protransparencia ha solicitado ese dato vía derecho de petición, y han evadido la respuesta.
Tampoco puede olvidarse la renuncia del Distrito a recibir de manera definitiva, de parte de la Triple A, las regalías que le correspondían. Eso quedó estipulado en el Convenio 99-083 del 28 de mayo de 1999 suscrito por el alcalde de entonces, Bernardo Hoyos Montoya. Con fecha 30 de marzo de 2007, la Contraloría General de la República, gerencia Atlántico, afirmó que el Distrito, a consecuencia de este convenio, “sufrió un presunto detrimento patrimonial de $31.993 millones”.
La generosidad de quienes han dirigido la ciudad con los dueños de la Triple A no ha tenido límites. Resulta que entre 1994 y 1996 el Distrito construyó, con recursos propios, a través del liquidado Fondo de Vivienda de Interés Social, (Fonvisocial) el módulo cuatro de la planta cinco que ensanchó la capacidad del acueducto. Pero esa obra, que se financió con los impuestos que pagamos los barranquilleros, se le entregó a la Triple A sin ser incluida como capital accionario adicional del Distrito en la empresa. No se hizo y fue uno de los tantos regalos que el Distrito le concedió a la Triple A. Desde luego, el obsequio fue aprovechado para el enriquecimiento de los privados que controlan esta sociedad anónima. Esta es una de las grandes verdades que la ciudad debe tener muy presente, ahora y en el futuro.
No se puede decir que todo esto haya ocurrido sin ninguna resistencia. La ha habido, pero no se han logrado los resultados esperados en términos de respeto al patrimonio público económico y a la moralidad administrativa.
Varios abogados de Barranquilla han interpuesto ante la justicia administrativa unas acciones populares, sin embargo no han tenido éxito. Es conveniente preguntarnos por qué los demandantes no han conseguido convencer a los jueces administrativos si los argumentos esgrimidos han sido contundentes. Como decía el humorista ‘Tocayo’ Ceballos, “por algo será”.@HoracioBrieva
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