Ya nadie se atreve a pronosticar cuándo caerá la dictadura de Nicolás Maduro. Incluso, es casi imposible calcular si eso sucederá o no luego de que el año pasado la oposición fue incapaz de cerrar con broche de oro los alzamientos populares que se dieron en las calles de las principales ciudades venezolanas y que costaron decenas de víctimas mortales.
Lo que el mundo entero espera, sin embargo, es que la ejecución extrajudicial de esta semana del expiloto rebelde Óscar Pérez coadyuva a acabar con el régimen de oprobio que se instaló desde hace rato en Miraflores y que tiene al pueblo venezolano en la desesperación.
De acuerdo con varios videos publicados en las redes sociales, Pérez expresó su intención de rendirse junto con sus compañeros de lucha. “Estamos negociando, no queremos hacer frente a funcionarios, que de paso hay conocidos de nosotros, somos patriotas, somos nacionalistas, venimos con toda nuestra convicción”, dijo Pérez, quien estuvo prófugo durante varios meses luego de que en junio último, instalado en un helicóptero, se enfrentó al poder de Maduro.
En 2017 el pueblo venezolano perdió una oportunidad única para derrocar a Maduro y sus secuaces. Pero pudieron más las ambiciones de la oposición. En un país carente de grandes y destacadas figuras políticas, a las dos o tres mediocres que existen se les subió el poder a la cabeza y les quedó grande cerrar la faena en la que, en el primer semestre del año pasado, estuvieron adelante casi que hasta el minuto 90.
Pero Miraflores primero les empató y finalmente les ganó. Mataron el tigre y se asustaron con el cuero. Es más, para mi gusto mujeres como Lilian Tintori, María Corina Machado o Mitzy de Ledezma han sobresalido más en la desigual lucha que cualquiera de los hombres que están o estuvieron en la oposición.
Al momento de escribir esta columna, no he escuchado ninguna reacción de Juan Manuel Santos sobre el asesinato de Óscar Pérez. Lo más conveniente es que no lo haga. No debemos olvidar que el espurio Nobel de Paz durante muchos años fue un aliado incondicional de Maduro y su dictadura.
Los demócratas del mundo no olvidamos, por ejemplo, que en 2014 Santos le entregó a Maduro al líder estudiantil y defensor de derechos humanos venezolano Lorent Saleh. Eran momentos en que Santos hacía todo lo que le exigía Maduro para que no se le fuera a caer el proceso de paz con las Farc. Desde que está detenido en Venezuela, Saleh ha sido sometido constantemente a torturas y se le ha negado el derecho a los servicios médicos, según han denunciado sus familiares.
El jueves escuché del brillante escritor Carlos Alberto Montaner un recuento de lo que, según la historia, han pasado muertos clave a la hora de poner fin a dictaduras. El principio del fin de Rafael Leónidas Trujillo en República Dominicana fue el asesinato de las hermanas Mirabal, en noviembre de 1960, y el de Fulgencio Batista en Cuba –en parte– el del opositor Pelayo Cuervo, en marzo de 1957. Tenemos un nuevo héroe que todos los demócratas del mundo llevamos desde el lunes en el corazón, Óscar Pérez por siempre.
@cancinoabog
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