No entiendo tanta sinrazón
No entiendo por qué la historia de América Latina está llena de sucesos y eventos espantosos que terminamos celebrando: baste señalar que hoy 12 de octubre estamos festejando como día de la raza, “del ser mestizos”, la atracada de las carabelas de don Cristóbal Colón que fue el principio del exterminio de una gran cultura mesoamericana extendida por el continente, dividida en sociedades étnicas y pueblos con lengua propia que vivían súper organizados, comunicados por vías comerciales, en equilibrio con la naturaleza y disfrutando la sabiduría de sus monarcas. Nunca sabremos cómo habría sido el hoy nuestro: el blanco impuso mestizaje y esclavitud hasta que los domestica y corrompe y, por último, en pleno siglo XX, los expulsa de sus territorios hacia zonas inadecuadas para el bienestar del ser humano. Ahora bien, la resultante de aquellos miércoles terribles son los estiércoles que vivimos nosotros que infortunadamente salimos buenos para las masacres, los exterminios y toda clase de violaciones a los derechos del otro.
No entiendo tampoco, por qué la gente termina votando y reeligiendo a los mismos que nos empobrecen para poder comprarnos el voto para sacarnos de la pobreza o hacernos trueque por el acceso a un derecho de uno solo de la familia, que exige corromper hasta a los amigos para completar su pago anticipado. Lo dijo el Papa Francisco, de manera universal. No entiendo cómo se sienten bien, sonríen y disfrutan la vida en la zona de confort, quienes han hecho de esto una forma de vida ni cómo nos hablan desde ‘la institucionalidad’ de transparencia, derechos, paz.
Más me cuesta entender el tremendo lío mediático que se armó porque el ministro de Defensa —santista hasta la médula y su escudero hace mucho tiempo—, soltó que Timochenko había visitado La Habana, no una sino varias veces. ¡Cristo resucitado, virgen de El Morro! Las estrellas de los programas radiales y televisivos se retorcían de gusto con el descubrimiento del agua tibia, como si no fuera de una lógica infinita el que ambos lados de la mesa de diálogo reciban asesores, estrategas o lo que requieran para llevar a buen término este intento por firmar la paz, nuestra razón para elegir a Juan Manuel Santos. De encima, no recuerdan que los guerrilleros que están en Cuba no tienen libertad de movimiento para viajar, como hacen De La Calle y los cinco de La Habana.
Y menos logro entender esa versión disparatada de que somos castro-chavistas o que Santos obedece a Fidel y las Farc, que están creyendo en un partido de más de siete millones de votantes e insisten en divulgar sus dirigentes. Produciría mucha hilaridad, conociendo al señorito Juan Manuel, si no fuera tan asustadora y peligrosa la forma como las bases están actuando en provincia. Por acá, lejos de las zonas de combate tradicionales, la situación es tensa, dura y violenta, porque la sola restitución de tierras a los despojados es razón de mucha ‘molestia’ y hace correr sangre fresca en los municipios de siempre: miren el mapa de violencia.
losalcas@hotmail.com
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