Lo que no saben muchos es que en Colombia fuimos pioneros. En 1861 tuvimos al primer presidente negro, mucho antes que Barack Obama, Juan José Nieto llegó a la Presidencia. No solo llegó al cargo político más importante, sino que su camino fue respaldado por sectores populares.

Pero Nieto, por alguna macabra razón, no solo fue ocultado en muchos de los relatos de la historia nacional, negado en los contenidos de las clases de sociales sino que su cuadro, el único retrato original que se tiene del personaje, fue blanqueado en sus múltiples intervenciones.

El investigador Orlando Fals Borda y el director del Museo Histórico de Cartagena, Moisés Álvarez Marín, no solo sacaron el retrato original de Juan José Nieto del olvido y el deterioro, sino que el Museo lo hizo parte de su colección permanente.

Hace poco el periodista Gonzalo Guillén le envió un derecho de petición al presidente Juan Manuel Santos en el que reclamaba que se le diera el lugar al retrato de Juan José Nieto en la galería presidencial como un acto de justicia con la comunidad afrocolombiana. Presidencia respondió positivamente a esa solicitud y manifestó el interés de llevarse el original del cuadro para Bogotá.

El único pequeño detalle; pequeño y absolutamente lamentable, es que nuestro agobiante centralismo hace pensar que el reconocimiento digno solo puede ser pensado en el centro del país.

Claro que el retrato de Juan José Nieto debe estar en la galería presidencial, al lado de los otros presidentes, por un asunto simbólico, por un tema de hacer justicia con años y años de negación; negación no solo a él sino a lo que él representa. Sin embargo, este país no solo está fragmentado, sino que se ha construido de espalda a sus regiones. Darle la espalda a las regiones implica que tengamos una grave dificultad en entender que es una impertinencia sacar el cuadro original de Juan José Nieto del Museo en el que interactúa con miles de estudiantes que lo visitan regularmente como parte de las actividades de formación de público del Museo Histórico.

No es un sarcasmo cuando reconocemos las intenciones de Guillén y del mismo presidente Santos. El periodista Gonzalo Guillén hizo lo que nadie había hecho, por muchas investigaciones y reconocimientos regionales de la figura de Juan José Nieto, fue él quien actuó como sujeto político y de manera concreta logró demandar un reconocimiento nacional necesario por parte del Gobierno Nacional. Y es el presidente Santos el único que ha decidido darle el lugar a Nieto. Pero la coyuntura pone en la mesa una vieja discusión que trae a la memoria las deudas históricas que esta Nación tiene con las regiones, y de manera especial con el Caribe. Esa perturbada consciencia de que lo que es considerado importante hay que llevarlo al centro ha desvalijado los territorios y ha reforzado la miopía que sugiere que la construcción de la Nación solo se debe hacer desde Bogotá. Una réplica de Juan José Nieto, presidente Santos, para su galería. Deje a Nieto en su casa quieto.

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