¿Matanza o genocidio?
Cuando comenzó la Operación Plomo Fundido en las Navidades de 2007 yo estaba al frente de la sección de internacional del difunto diario Público en España. Las noticias e imágenes de la brutal ofensiva del ejército israelí contra la Franja de Gaza, que se saldó con 1.400 palestinos muertos, la mayoría civiles, provocó una gran indignación. Sin embargo, me resistí con éxito contra la propuesta de llevar el término “genocidio” al titular de portada. Lo que ocurría en Gaza podía calificarse como matanza o masacre por sus resultados, con independencia de si eran o no legítimas las razones esgrimidas por Israel para llevar a cabo la operación. Para mí, como alemán, “genocidio” es una palabra mayor que presupone que existe el objetivo claro de eliminar o reducir a un determinado grupo étnico.
España, afortunadamente, se mantuvo ajena al holocausto y al antisemitismo que lo precedió, ya que los judíos fueron expulsados 500 años antes. Quizás por ello, muchos españoles usan con bastante frivolidad palabras como genocidio y otras comparaciones con la época nazi, probablemente porque piensan que debe ser lo que más duele a un judío. No se dan cuenta de que el uso frecuente de esta terminología la acaba devaluando.
Ahora, con la operación Margen Protector empiezo a tener alguna duda con la terminología. Ya van 1.300 palestinos muertos, tres cuartas partes civiles, frente a 60 israelíes, casi todos soldados, en lo que los israelíes llaman eufemísticamente una “guerra asimétrica”. La poderosa artillería israelí ha atacado ya a dos escuelas bajo protección de la ONU, que servían como refugio para cientos de palestinos que tuvieron que abandonar sus casas ante el bombardeo incesante. Ayer las bombas mataron a decenas de personas en un mercado. Y el ataque a la única central eléctrica de la franja ha dejado a la mayor parte de los habitantes sin luz e incluso sin agua. No se puede aceptar tanta destrucción como lo que en la jerga militar se ha llegado a denominar cínicamente como “daños colaterales”. No sirve la excusa de la persecución de los militantes de Hamás, cuyos cohetes sobre Israel no provocan ni una ínfima parte de los daños humanos y materiales que sufre Gaza, gracias también al escudo protector israelí. Parece más bien el intento planificado de provocar una catástrofe humanitaria en la franja. Ni los mayores expertos coinciden en qué fines reales pueda justificar medios tan perversos.
La nueva ofensiva contra Gaza ha provocado la indignación y lamentablemente también algunas reacciones violentas en Alemania. En Wuppertal detuvieron a dos jóvenes árabes sospechosos de haber tirado una bomba incendiaria contra una sinagoga. Aunque todo el mundo ha condenado este tipo de agresiones –también verbales–, algunos políticos y comentaristas, sobre todo del mayor diario del país Bild, piden una campaña más contundente contra el auge del antisemitismo. Los alemanes tienen más responsabilidad que nadie para luchar contra esta lacra. Pero mucho me temo que una vez más se intentan acallar de paso las críticas más que justificadas de la actuación del ejército israelí.
@thiloschafer
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