El deporte en todas sus manifestaciones y las artes en general, debieran impulsarse desde que somos muy niños para que las predilecciones que se muestren a tempranas edades echen raíces firmes y puedan desarrollarse si las condiciones externas lo permiten. Cuando se habla de estas entiéndase, apoyo en la casa, estimulación en los colegios, universidades, presencia distrital y gubernamental con dotaciones, inversiones y recursos pertinentes.

Los colegios y universidades debieran ser la cantera para que tengamos campeones en muchas disciplinas, como sucede en países desarrollados. Cuando un estudiante entra a una Universidad en Estados Unidos, Rusia, Alemania, estas entienden claramente que el ser integral no solo está constituido por la formación académica, sino que componentes, como el deporte y las artes son esenciales para el desarrollo y crecimiento, recibe un apoyo que lo impulsa a buscar la excelencia en la disciplina que trae, sin excluir su formación académica, brindando estímulos que permiten alcanzar altos niveles en su desempeño a cambio de becas y otras prerrogativas.

En Atlántico y Magdalena, anteriormente fortines de grandes deportistas y quienes solían ser de los mejores en el país, hoy en día, muchos lucen desprotegidos y tienen que irse para otras ciudades a recibir lo que no encuentran en sus terruños. Como dice el colega Thierry Ways, en su muy interesante columna del pasado sábado, “hay mucho que aprender de nuestros campeones cuando sus hazañas se basan en lograr lo que la disciplina y su hermana gemela, la perseverancia, pueden conseguir”.

Frecuentemente vemos que muchos de nuestros deportistas no cuentan con los recursos y espaldarazos estatales, por tanto tienen que hacer gala de su berraquera para alcanzar el sueño que les trasnocha y por el que trabajan con tanto sacrificio y entrega, en condiciones  por demás precarias. Ni qué decir de los talentos en arte que se pierden por la misma razón.

Necesitamos que en nuestra sociedad se cambie el chip y se de apoyo irrestricto a las fortalezas comprobadas que traen los jóvenes, por rendimiento y nivel de competencia en cualquier área. Así podríamos consolidar y ampliar el camino que nuestros recientes héroes en Brasil han marcado.

Los triunfos actuales de nuestros deportistas, hacen que estos adquieran importancia y empecemos a verlos como ejemplo a seguir. Mientras tanto sería bueno que los jóvenes dedicaran parte de su valioso tiempo a educarse más en lo deportivo, lo artístico y cultural para emular grandes símbolos de nuestro país tales como Shakira, Carlos Vives, Pibe Valderrama, García Márquez, Mariana Pajón y sigue la lista. 

Ojalá que en los próximos Juegos Centroamericanos y del Caribe, nuestros representantes cuenten con el apoyo que les permita superar lo que han realizado para no seguir siendo la Cenicienta del paseo.

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