El Heraldo

Las cárceles inhumanas

Hace más de 30 años hice un reportaje en la cárcel La Modelo (¿Puede ser más burla este nombre?) y ya había hacinamiento, drogas, privilegios y violencia. Las mismas colas de mujeres de variadas pintas, desde la famélica a la potentada con sus diferentes portacomidas, los guardas se quejaban de su propia inestabilidad laboral, de las dificultades para mantener el orden y pedían un nuevo centro o la ampliación y mejora del edificio. Nunca regresé, pero cuando aparecen las imágenes de la crisis y la televisión hace que entremos a sus condiciones actuales, solo me parece que se centuplicó la población pero la situación es la misma: hacinamiento, drogas, privilegios y violencia.
Con esas condiciones infrahumanas a las que somete el Estado colombiano a sus delincuentes y a los muchos inocentes que pagan condenas absurdas e injustas o esperan eternas apelaciones, es física y matemáticamente imposible alcanzar la resocialización de las personas y causan grave deterioro a la familia de los retenidos que aprende pronto que estamos en sociedad del todo vale, si puedes pagar estás resuelto, cómo voy yo ahí.

Adiós al principio de que la pena de reclusión hará que quienes la sufren se replanteen su forma de vida y dejar de trabajar por fuera de la Ley (los probados delincuentes) y, a través de una experiencia de respeto,  derechos, educación y apoyo institucional, regresar a su núcleo, si no convertido en un hombre nuevo, al menos con el firme propósito de intentar un camino decente.
¿Cómo esperar cambio en quienes son sometidos a una existencia canalla? Es apenas lógico que para sobrevivir se formen bandas y se repitan los esquemas de poder de ‘la libertad’, que existan estratos y el dinero mande, que todo se maneje con unos pesos y contrapesos súper complicados, para que quienes están dentro bajo esa presión espantosa, logren mantener un equilibrio. Pero la sobrepoblación es imposible de manejar y agudiza las contradicciones y tensiones entre guardas y detenidos, en las que otra vez aparece el dinero como elemento motor.

¿Y a quién le importa este tremendo problema del país? La verdad, y  por supuesto a mi parecer, no es prioridad de Estado, porque pasan cuatrienios y solo vemos que la brecha se amplía entre la decencia y los Derechos Humanos de un lado y la prevención y la inhumanidad por el otro.

A La Modelo se va a convivir con enfermedades, mugre, indecencia, sin un segundo de privacidad, se va a aprender cómo delinquir en diferentes formas y cómo continuar haciéndolo desde  allá adentro a través de una cadena de sobornos. También te pueden convertir en el lavaperros y/o sirviente sexual de un poderoso, si eres joven, inexperto y sin conexiones para no ser víctima de violaciones múltiples. Y también las esposas o compañeras son negociables dentro de los penales, ni siquiera allí nos libramos de ser objetos sexuales. Sí, en Colombia se va a la cárcel a convertirse en un ser execrable y sin esperanza, un desechable indigno para la sociedad, si no se tiene Mercedes Benz.

Losalcas@hotmail.com

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