Lago al borde
El mal llamado Lago del Cisne ya no está al borde del desastre, es un desastre ecológico cantado. Las fotos que se han subido a la página de Facebook titulada ‘Salvemos el Lago del Cisne’ nos hacen llorar entre cascarones de tortugas y esqueletos de babillas.
Los grupos de investigadores ambientales siguen prendiendo las alarmas de nosotros, los indolentes
atlanticenses. En la página de Emisora Atlántico podemos leer una nota publicada el día 28 de mayo del presente año: “La situación es de alto riesgo, porque se están muriendo la Ciénaga de Malambo, Mesolandia, la del Convento, ubicada en Ponedera; La Luisa y La Larga, en Palmar de Varela; así como la Ciénaga de Santo Tomás, denunció el profesor Luis Carlos Gutiérrez, decano de la facultad de Ciencias Básicas de la Universidad del Atlántico”.
¿Qué país, qué departamento, qué municipio, qué ciudad no es capaz de cuidar el agua, cuando se sabe que muy pronto será el recurso más necesario en la historia de este planeta azul?
Que no nos vengan con el cuento del cambio climático. La sequía de la Ciénaga del Rincón, o sea, el Lago del Cisne, se debe a una acción medida y sistemática. No solo abarca este cuerpo de agua, sino la Ciénaga de Mallorquín y el resto de áreas que se convertirán en proyectos urbanísticos.
Nos preguntamos los ciudadanos de a pie: ¿por qué nuestros gobernantes no han querido firmar el acuerdo Ramsar para la conservación mundial de humedales?
No entiendo por qué los propietarios de bellas casas situadas en la Urbanización Lagos del Caujaral ni se mosquean viendo esa ciénaga muerta donde antes hasta esquiaban sus hijos. ¿No miran por fuera de sus ventanas?
¿O es que sus ventanas están teñidas del miedo al vecino, su amigo cercano, su business partner, su ‘llave’ que a lo mejor sí sabe qué está pasando pero que se las tira de loco, como decimos por aquí?
La pelea de un grupo de activistas que se dio a la tarea de simplemente visibilizar el problema es una pelea de tigre con burro amarrado. Ellos están conscientes de que esa pelea se perdió hace rato. Saben que el arroyo León se desvió desde que se construyó la urbanización Adelita Char 1 en La Cangrejera. Que muchos otros han metido la mano en esos desvíos.
Saben que aunque el arroyo no estuviera desviado, todas las aguas servidas del suroccidente de la ciudad estarían siendo vertidas al Lago del Cisne. Saben que la Ciénaga de Mallorquín está siendo rellenada, y que cuando uno sube de la Vía Cuarenta hacia la Circunvalar se ve la destrucción del manto vegetal aledaño a ella. Saben que estamos secos, que ninguna lluvia va a arreglar esto.
Los cercos en la otrora Ciénaga del Rincón o sea, el Lago del Cisne, ya anuncian futuros propietarios con la modalidad de juicios de pertenecia después de posesiones contratadas, práctica atávica de este Caribe indolente.
Por lo pronto, lleguemos el domingo 7 de junio a la convocatoria del grupo activista de rescate al Lago del Cisne y veamos con nuestros propios ojos lo que está a plena luz del insolente sol caribe, ese que a veces nos ciega e impide ejercer la vida de una manera ética.
columonica@hotmail.com
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