La frase célebre atribuida a Julio César en la que se refiere a Pompeya, su tercera mujer, “la mujer del César no sólo debe serlo si no parecerlo”, caería como anillo al dedo a múltiples situaciones de nuestra Colombia contemporánea ante posibles eventos que involucran a personajes de la vida diaria. Últimamente se habla del deterioro reputacional y de sus eventuales consecuencias en personas y entidades que aparentemente se cuidan de que sus actuaciones generen críticas y comentarios dentro de su círculo más menos cercano de iguales y amigos o clientes. Recientemente escuchamos la noticia de una apertura de investigación de parte de la superintendencia de industria y comercio a cinco importantes multinacionales por lo que se ha denominado el “cartel del pañal”. Presume ese ente de control y vigilancia que los representantes de esas grandes empresas de alguna manera se pusieron de acuerdo para manejar los precios de venta de esos productos de manera que obtuvieran mayores ganancias en su comercialización.

El tema se muestra interesante y de ser comprobado como cierto, debe tener unas repercusiones importantes para las empresas y para las personas que estén implicadas en estos hechos delictivos. Aquí lo grave es que situaciones como estas y peores se presentan en todos los sectores y en todos los niveles de la actividad económica y política del país. Las actuaciones de casi todos en busca de dinero excusa los métodos para lograrlo. Sin generalizar, los políticos compran votos para ser elegidos, los empresarios buscan posición monopólica, dominante o se cartelisan, los funcionarios públicos piden coimas para cumplir con sus funciones , los usuarios del servicio publico se “pegan” ilegalmente a la red, los vendedores sobornan a los jefe de compras para obtener una compra fácil y en mejores condiciones, los presupuestos de las obras-publicas y privadas- son inflados por que hay que tener con qué pagar los sobre costos que se generan por trámites irregulares y actuaciones deshonestas como las que enunciamos arriba, en fin , nos encontramos en un círculo vicioso del que sólo podríamos sacar la cabeza si la gente buena que todavía queda y que afortunadamente es la mayoría,  dice que no e inicia una acción de sanción social, que afecte la aparente buena reputación de todos los sinvergüenzas . Si todos seguimos, no sólo aceptando sino aplaudiendo, que muchos de nuestros amigos, políticos y hasta familiares se lleven por delante los valores y principios que hacen posible la vida en comunidad, estamos perdidos pero lo malo es que no estamos hablando de narcos, asaltantes, terroristas o delincuentes profesionales. No me extrañaría que incluso uno que otro lector de este prestigioso medio se dé por aludido.

La virtud es el punto medio entre el exceso y el defecto y la función de la educación es precisamente ayudar a alcanzarlo, decía Aristóteles. Padres y maestros debemos preocuparnos por que nuestros hijos y alumnos busquen puntos medios de forma de vida para que intentando ser buenos demostremos que podemos serlo y que el prestigio ganado por medios ilícitos, no es más que un estigma que desdice de esas personas que por eso precisamente no tienen reales méritos. Desafortunadamente no podemos predicar la frase de Julio César...si las mujeres de nuestros césares se parecieran a ellos sería un verdadero desastre!