La polarización que ha dejado la guerra
Este largo conflicto armado, que aún seguirá sobreviviendo con el ELN y las bacrim, ha dejado en la sociedad colombiana un tatuado profundo y una turbulenta división que estremece nuestra cotidianidad. Se materializa en un amplio sector del país que se declara inconforme con los resultados de la negociación de La Habana, pues esperaba una rendición de las Farc acompañada de cárcel y cero concesiones políticas y económicas. Este sector es de un radicalismo categórico y políticamente ha logrado su mejor interpretación en el libreto discursivo del Centro Democrático.
Desde luego, el odio a las Farc no es gratuito. Es el resultado de un ejercicio de guerra prolongada que se tomó 50 años, con graves excesos que el país ha repudiado. Un contundente ejemplo fue aquella protesta de hace algunos años que atiborró las calles de Colombia de multitudes que gritaban: ‘No más Farc’.
Este grupo guerrillero pudo haberle ahorrado al país muchos muertos, heridos, desplazados y grandes pérdidas económicas y ambientales, si desde hace varias décadas hubiese percibido los cambios mundiales con la caída del Muro de Berlín, el final de la república socialista soviética, y el viraje pragmático de la China comunista hacia la economía de mercado, bajo la dirección de Deng Xiaoping.
Esta polarización del país indica que transcurrirá un tiempo considerable para que haya reconciliación. En el alma rencorosa de muchos colombianos difícilmente ingresará esta bella enseñanza de Martin Luther King: “Devolver odio por odio multiplica el odio”.
A partir del desmonte de las estructuras guerrilleras de las Farc y de los demás actores armados ilegales, surge como el mayor desafío de Colombia ir consolidando una vigorosa democracia donde los conflictos se puedan tratar sin acudir a la violencia y donde haya espacios y oportunidades para todas las nomenclaturas políticas e ideológicas. La tradición de que el país les pertenece a unos pocos círculos y elegidos es, por ser excluyente y diríamos que monárquica, un obstáculo para edificar una paz estable y duradera, y explica los ciclos de enfrentamientos que han incendiado a Colombia, plagándola de dolor, a través de los 200 años de vida republicana.
Esta guerra de medio siglo ha sido una tragedia con derivaciones letales para Colombia, y de esta guerra debería brotar una memoria aleccionadora que enriquezca la literatura colombiana y universal. Dejar la guerra atrás es como regresar de otro planeta o de otro universo, dice la escritora rusa Svetlana Alexiévich.
A quienes con fiereza claman por cárcel para las Farc, yo les diría: ellos de alguna manera ya se han rendido al silenciar sus armas y aceptar entregarlas, y tampoco retornan como héroes. Las concesiones que les han hecho en el Acuerdo Final son para que se despidan como guerreros y contribuyan a construir un país en paz.
@HoracioBrieva
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