El Heraldo

¡La plebedad impera!

Estoy por creerme “mamasanta” en esta cruzada permanente pidiendo a gritos que el Estado recupere la enseñanza de cultura ciudadana, llamase urbanidad, civismo o como lo quieran, que en mala hora fue abolida en nombre de que era tarea del núcleo familiar, los padres cumpliendo su obligación de civilizar a sus retoños.

 

Para mi fortuna y sanidad mental, la Asociación de Consumidores está instando a que se instrumente la ley que exige esa enseñanza, de nuevo, en los colegios y escuelas.

Es una necesidad urgente como fundamento de convivencia para el post conflicto que arranca en cualquier momento, con la firma sentenciada de la paz con las Farc.

Sin esas reglas morales, legales y de comportamiento, los colombianos no seremos capaces de ver a los que abandonan las armas, de forma diferente a como nos lo inyectó el senador Uribe: asesinos narco terroristas.

Debemos obtener esta cátedra, de la forma que sea, porque hay varias generaciones de personas que desconocen, así de plano, que sus derechos mueren donde comienzan los del otro y que “todo vale” es un aforismo inmoral, anticiudadano y un abuso realmente sucio.

Pero, si a ese desarreglo del comportamiento le sumamos el horrible uso del idioma y de los lenguajes plebeyos callejeros por parte de las grandes figuras del Cosmos electoral, encontramos un país de habla pervertida.

Por ejemplo, la campaña reelectoral de presidente Santos está usando en vallas frases como “fresquiao en la calle” o “Qué chimba de vía”. ¿Eso qué es? ¿Será un intento de recoger a la juventud, que lo rechaza en mayoría, usando lenguaje desabrochado, plebe aunque común entre las generaciones cachacas? En la vida he escuchado usar esas palabras en el Caribe, y mire usted, que chimba para nosotros es el equivalente al cuca andino, que designa las partes nobles de las mujeres.

¿Cómo puede pedir votos así el presidente y su combo iluminado de la U? No parece serio quien usa términos populares regionales tan cuestionables, si consideramos que el lenguaje bueno y decente es obligatorio para dirigirse al público y nunca será aceptado en esas circunstancias el uso de adefesios populares por más que estén adoptados hasta por los universitarios en sus diálogo coloquiales. Palabras que son inadmisibles en un ensayo o trabajo académico.

Creo que al creativo y a la junta de aprobación de la campaña se les fueron las luces y queriendo hacer una gracia, les salió tremenda morisqueta porque esas vallas están mal escritas y peor pensadas, muy lejos de la idiosincrasia nacional, donde hablamos como carreteros en privado pero en público hacemos alarde del mejor manejo del castellano en Latinoamérica.

Solo por eso, no votaré la reelección: me recuerda demasiado al habla de culebrero que otros nos han impuesto y no querría más de lo mismo: defendamos nuestro idioma.

Losalcas@hotmail.com

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