‘La parte de los ángeles’
Una encantadora metáfora compone el título de esta tragicomedia de Ken Loach nominada a la Palma de Oro en Cannes en 2012. “La parte de los ángeles” es una expresión que se refiere a la porción de líquido que se evapora mientras el whisky es almacenado en barriles para ser abierto un tiempo después.
Con un tono a ratos paternalista y típico humor inglés, que si no es del agrado del espectador puede resultar incomprensible y superfluo, Loach se adentra nuevamente en un episodio de las clases marginales en Inglaterra. En conjunto con su guionista Paul Laverty, con quien lleva trabajando mucho tiempo, cuentan la historia de un grupo de jóvenes atacados por la crisis económica e imposibilitados de encontrar trabajo que descubren una inverosímil salida a una situación que hubiera podido terminar de manera muy trágica.
Utilizando actores improvisados Loach presenta una trama de realismo social, como ha sido su sello, hablando del desempleo crónico, de los que están realmente desesperados y con obvia tendencia a terminar como criminales, esta vez con un tono mas jocoso que lo habitual.
Paul Brannigan, el protagonista, es un trabajador comunitario que nunca había actuado anteriormente. Hace el papel de Robbie, un joven con una infancia traumática en Glasgow, de reacciones violentas, que se ha salvado recientemente de entrar en prisión a cambio de cumplir con 300 horas de trabajo comunitario debido a que su novia se encuentra embarazada.
Impulsado por el supervisor de servicio comunitario Harry (John Henshaw), quien también carga consigo un sufrido pasado, Robbie descubre que cuenta con un talento que él mismo desconocía, un fino sentido del olfato que le abre las puertas a un nuevo mundo, el de ser catador del elixir de los dioses. Vislumbrando una posible salida del atolladero en que se encuentra atrapado y contemplando la posibilidad de darle a su hijo una infancia mejor que la suya, se lanza a la labor.
En unión de otros exponentes de ese bajo mundo, representados también por actores sin experiencia, Jasmin Riggins, William Ruane y Gary Maitland, se embarca en un trayecto por los hermosos paisajes escoceses para degustar el whiskey en destilerías reservadas para la clase alta.
Ken Loach, conocido por El viento que agita la cebada que ganó la Palma de Oro en 2006, y más recientemente por Jimmy’s Hall que participó en la selección oficial de Cannes este año, se ha centrado en los desprotegidos, en la clase obrera y en los segregados de la sociedad, denunciando la injusticia y el abuso al que son sujetos por estar más desamparados.
A veces con humor, a veces con tono trágico, Loach tiene un sello propio al contar sus historias; se habla de cómo quiere a sus personajes y el expresivo humanismo con que los maneja, y aunque amenazó con que Jimmy’s Hall sería su última producción, después se retractó y admitió que una vez pasado el Mundial de Fútbol probablemente volvería al cine pues todavía queda mucho por contar.
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