La deuda de Obama con los inmigrantes en Estados Unidos
El asunto es complejo, mueve sensibilidades infinitas, representa el sueño de millares y es un dolor de cabeza para sectores políticos que lo cree una amenaza para la estabilidad de los nativos estadounidenses.
En días recientes la política inmigratoria del coloso del norte se ha situado en el ojo del huracán, por cuenta de medidas que anunció el Presidente Barack Obama para beneficio aparente de unos cinco millones de inmigrantes aproximadamente, lo que significó una aguda controversia con los republicanos que en medio del debate presenciaron el retiro de Chuck Hagel como Secretario de Defensa. Era el último que quedaba de ellos en el gabinete.
Las versiones son varias. Una de ellas se refiere a un mutuo acuerdo teniendo en cuenta lo que será la política exterior de Obama y la otra parece ser una respuesta a los llamados desaciertos en la lucha contra el terrorismo, más concretamente el extremista Estado Islámico (EI) en Siria e Irak.
Barack Obama deja su segundo periodo de gobierno en enero de 2017 y espera un replanteamiento profundo en materia de relaciones exteriores y seguridad nacional. Una de sus debilidades es haber perdido el control del legislativo en las elecciones del pasado 4 de noviembre.
Pero hoy si hay un ítem crucial ese es el de los inmigrantes, que encierra una importante deuda del Gobierno Obama frente a uno de los grupos de población que más inciden en la cotidianidad norteamericana.
Desde la década de los años 90 los Estados Unidos han carecido de una reforma migratoria integra. Se han expedido leyes reforzando las deportaciones a terroristas, luego del ataque de septiembre 11 de 2001. Hubo leyes de especial significado que crearon el Departamento de Seguridad Interna y nuevas reglas para impedir la inmigración masiva, pero no se ha dado una reforma de fondo al sistema migratorio. Se considera que el régimen actual es obsoleto y no refleja las necesidades del país en 2014.
Recordemos que en el año 2000 se presentó un proyecto de ley para darles residencia a jóvenes estudiantes que llegaron a EE.UU. siendo menores. Fue lo que se llamó "soñadores”. Por razones políticas nunca era aprobado.
La lucha por una reforma migratoria se encendió nuevamente con el caso en Washington de Daniela Peláez en la primavera del 2012 y congresistas como David Rivera, senadores como Marco Rubio, Charles Shumer y otros más introdujeron una legislación para reformar las leyes migratorias, pero ambos proyectos se cayeron en una y otra cámara por falta de apoyo bicameral.
El reciente anuncio del Presidente Obama abre las puertas de nuevo a la negociación con el Congreso para alcanzar una reforma migratoria. Una Acción Diferida es algo bueno que ya ha beneficiado a casi 1 millón de jóvenes estudiantes. Ahora al extenderse a otro grupo que igualmente lo merece, cobijará a casi 4 millones de indocumentados que viven en este pais, pero es algo temporal y político. No hablamos de una ley que le dé estabilidad a estos grupos de personas. Seguimos confiados en que todo este ambiente de cambios migratorios nos sirva como plataforma para la tan ansiada y necesitada reforma migratoria. Esa es la gran deuda del Presidente Obama.
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