La ciudad, juego de luces
Desde que arriba septiembre – ¿lo has observado, lector? –, la luz cambia. Adquiere un brillo esplendoroso, que cubre los objetos, los árboles, los muros y los recuerdos con una pátina de nostalgia feliz. Esa luz es lo más importante que sucede en el tiempo mítico de la urbe, en el calendario secreto de sus sueños y de sus señas. Esa luz es exactamente lo contrario que el huracán bíblico que borró a Macondo, la ciudad de los espejos y de los espejismos, como Barranquilla, de la faz de la Tierra. Esa luz es una pila bautismal donde a la memoria sensorial le cae un aguacero de agua bendita. Dijo Dios: “¡Hágase la luz!”, y nació la ciudad.
El registro de esa luz, ¿la has visto?, certifica, no importa donde hayas nacido, que ya tú eres un barranquillero auténtico. Es tu patente de corso, te da permiso para navegar; es tu carta de ciudadanía, te concede identidad y madurez, hasta pareces un iluminado visto desde lejos. Si te ‘pillas’ el arribo de esa luz ya no necesitas ir a misa ni congregarte en ninguna iglesia, porque ella es el Padre, y el Hijo, y el Espíritu Santo, es la “eklesia”, la iglesia que nos convoca y nos provoca, y hasta nos besa apasionadamente en la boca como una novia loca. Luz nuestra que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino y hágase tu voluntad así en la tierra como en los infinitos firmamentos. No hay nada más espiritual que verte ronronear por las hojas del almendro, del matarratón o de las acacias, a Dios gracias, que entonces se conjuran en un juego de luces, y es como si una mujer muy bella apareciera de repente, en el verano de los dioses, y te picara el ojo en una erótica recóndita de las sombras, a contraluz, nosotros, que nos queremos tanto, que somos tan felices cuando tú arribas, luz de finales del año, y yo me subo en tus entrepaños para ‘pintar’ esta columna que es un mural de policromías in crescendo.
Viene descendiendo, pica y mata, arrebata. Acaricia cada cosa, hasta el nombre de la rosa. Es Dios, no hay duda, ubicua, omnipotente y omnipresente. ¿No conoces esa luz, no la sientes? Ella es mucho más importante que el Presidente. Llueve, sobre los cristales, llueve y llueve, y de la memoria se inundan los canales. El agua se bambolea entre cortinas de luces. Entonces cantas: “lluvia con nieve, lluvia con nieve, lluvia y nieve…”, pero lo que hay es un sol apabullante, y el cielo parece que los ángeles lo hubieran lavado y trapeado, y como que se les quedaron pedazos de las alas entre las nubes, que a veces también semejan senos de respetable puta holandesa. Ha quedado limpito, como una teología del arte, y Freddy Mercury está cantando: “Oh mama mía, mama mía, “let me go!”, porque todo el arte del Universo se alimenta de esa luz que Jan Vermeer captó una mañana en Delft. Le faltó venir a Barranquilla porque, en el trópico embrujado, la luz es más apasionada y vibrante, telúrica y cantante. Un sismo, el cisma de Occidente, una herejía que arrebata. Me mata.
Luz nuestra que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino y hágase tu voluntad por los siglos de los siglos.
Correo - Amén.diegojosemarin@hotmail.com
Más Columnas de Opinión
¡Afinia nos tiene locos¡
Uno de los problemas más grandes que está afectado a los habitantes de la región caribe es el alto costo de los servicios públicos domiciliarios especialmente el servicio de energía. Desde hace muchos años la costa caribe ha recibido un serv
La Salud entre líos
Aunque los profesionales de la salud, tengamos como principios fundamentales, el de proporcionar nuestros conocimientos, voluntad, deseos, y en general permanecemos con todas nuestras fuerzas, puestas al servicio de las comunidades y personas, de
¿Qué hacer con las tarifas de energía en la región Caribe?
Las altas tarifas de la energía en el Caribe son un problema social. La afirmación de que mes a mes cientos de miles de familias comen o pagan la luz no es lejana de la realidad. El recibo se puede llevar la cuarta parte de los ingresos de las f
La Bestia – El temor a amar
La última película del aclamado director Bertrand Bonello (Saint Lorent, Nocturama) incursiona en el género de ciencia ficción mientras explora las complejas relaciones de pareja a través de un romance que trasciende distintas épocas histór