Junior necesita crecer como institución
Junior está grogui. Se tambalea de un lado a otro y pende de un hilo su caída. Aunque sus jugadores y cuerpo técnico no tiren la toalla en sus declaraciones (“Mientras existan posibilidades matemáticas las vamos a luchar”, dijeron varios), la realidad es que Junior está más cerca de la lona que del milagro de la clasificación a los cuadrangulares semifinales de la Liga.
No está muerto el que pelea en la cancha, dice el dicho, pero ese golpe que Nacional le propinó ayer en el Metropolitano, prácticamente lo dejó fuera de combate.
Junior no tiene pegada, no es contundente. Cómo le cuesta anotar un gol, fuera del Metropolitano todavía no marca uno.
Y su guardia, encabezada por Sebastián Viera, que era lo mejor que tenía en el pasado campeonato, ha tenido parpadeos costosos. Sobre todo porque nunca reacciona con la energía necesaria para que un gol no sea suficiente para perder.
Este Junior gris, que en el actual semestre ha sido más protagonista en las páginas judiciales que en las deportivas y que ahora debe centrarse en ganar la Copa Postobón para maquillar su floja campaña, debe quedar de lección para armar los equipos del futuro.
Que sirva este tedioso y problemático ciclo para fortalecer al Junior como institución.
Las palabras de legendarios exjugadores del club como Carlos Valderrama y Juan Carlos Delménico, en entrevistas concedidas a EL HERALDO, no deberían echarse en saco roto.
Se necesita ejercer un mayor rigor en la consecución de refuerzos, exigir más disciplina, refrescar el repertorio de entrenadores y, sobre todo, crecer institucionalmente.
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