…No me extraña tu presencia, casi siempre estás conmigo, te saluda un viejo amigo... este encuentro es uno más… Esto dice la canción escrita por Palito Ortega e inmortalizada por Rolando Laserie. Una letra que se ajusta a la relación siamesa entre Barranquilla y Soledad de Colombia, que es su nombre completo.    

Si no fuera por la butifarra y la cumbia, Soledad sería todavía más ajena a Barranquilla y al resto del mundo. 

La cumbia, la original, tuvo ahí su génesis casi 200 años antes de que Barranquilla apareciera en el mapa y se convirtió en el elemento icónico de esa ciudad y pare de contar si no fuera por “las 750 mil almas que la hacen la séptima en población a nivel país y la tercera en la Región Caribe”, como lo confirmó el alcalde Franco Castellanos a quien llamé porque, casi terminada esta nota me produjo malestar escribir tan duro sobre ese municipio y preferí acudir a la primera fuente. Me contó cosas interesantes, unas peores y otras llenas de optimismo o entusiasmo: en Soledad el ingreso per cápita no supera un dólar diario, eso es pobreza de verdad; la población pasó de 50.000 a 750.000 sin contar con un plan de desarrollo que apenas comienza. En el año 2012 se acogió a la ley de quiebras con deudas por 80 mil millones, y ya ha pagado un tercio. El alcalde Castellanos apoyó a Barranquilla en la obtención de la sede de los Juegos Centroamericanos y del Caribe, y la alcaldesa Elsa Noguera lo considera su aliado. Aspira a que se les construya un Coliseo Multipropósito y ahí se celebren algunas competencias. Su gran apuesta está en la Circunvalar de la Prosperidad, en una prolongación del Corredor Portuario y el desarrollo de una Zona Franca Aeroportuaria en un terreno de 32 hectáreas que aportará el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo. 

La conversación siguió y le pregunté: Alcalde, ¿cómo se llega a Soledad? Yo quería una respuesta que me mostrara una ruta diferente, algo que me permitiera ‘ver’ a Soledad, pero no. Aunque técnicamente comienza un par de kilómetros antes de llegar al estadio Metropolitano sentido Oeste-Este, mirando hacia el Sur, arroyo Don Juan de por medio, para el desprevenido Soledad puede quedar o queda de la calle 30 hacia el río. Le afirmé que el aeropuerto Ernesto Cortissoz está ubicado y operado en su municipio y sin anestesia le cuestioné la falta de presencia, liderazgo y protagonismo como verdadera doliente, rol que ha asumido Barranquilla tanto que la Aeronáutica Civil no reconoce a Soledad como debería ser, al punto que la ciudad no recibe ni ha recibido, según me explica, un solo peso por concepto de las concesiones aeroportuarias. En nota aparecida en este periódico, página 4A de este viernes, se anuncia la concesión del aeropuerto Ernesto Cortissoz “de Barranquilla” por un mínimo de 15 años. La palabra Soledad no aparece mencionada una sola vez, y ahora, según leo y me entero, el aeropuerto ya no es suyo.

Soledad, al igual que Galapa, Malambo y Puerto Colombia, deben despertar y reinventarse porque son las zonas más fértiles para el desarrollo de nuestra economía.

Alcalde, ¿como se siente en medio de todo esto? No podía esperar una respuesta menos original: “Solo”. 

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