Como era de esperarse siendo realistas, Donald Trump ratificó todas las asustadoras promesas de campaña que los republicanos trataron de suavizar sin éxito durante meses y los demócratas despreciaban señalándolas de anticonstitucionales, por decir lo menos. Y resultó que el tipo repitió, una a una, lo que podemos definir como amenazas al equilibrio mundial y a la estabilidad interior, aún y a pesar de alguna que otra frase de apariencia conciliatoria.
En un tono severo pero con clara intención populista subrayó el nosotros más de 48 veces pero solo uso el yo en tres ocasiones, siempre para subrayar que llega como el salvador del país, redentor de la clase media y defensor de las fronteras. Describió el proteccionismo industrial como fórmula para la creación de múltiples empleos y la firma de nuevos acuerdos internacionales, que ha sido interpretada como su decidida apertura hacia Rusia, que hemos visto cocinarse entre él y Putin, a pesar de que ambos se empeñan en señalar que no se conocen ni han compartido una conversación. De realizar ese acercamiento le tocaría retirar sanciones que fueron impuestas por abusos e invasiones a países vecinos, lo que ya causa tremendo malestar en la OTAN y la Unión Europea, instituciones con las que se venía compartiendo una política de contención al claro expansionismo de Putin.
Coincido con diferentes analistas entrevistados por CNN en español que afirman que su discurso fue brutalmente populista y excluyente. Lo primero porque se arropó en una falsedad enorme al afirmar que todo lo que hará será por el pueblo y aprobado por el pueblo y lo segundo, su completa sustracción de los demás poderes que comparten el manejo de esa potencia. De muy mal gusto, además, ignorar por completo los resultados de la administración Obama y afirmar que ahora sí el país recuperará su poderío.
Su forma de saludar con ambos brazos levantados y con los puños cerrados tiene mucha significación, luego de ese discurso vacío, de populista del nuevo socialismo, lleno de frases efectistas y ningún contenido interesante salvo las amenazas directas a todo aquel residente que no posea nacionalidad estadinense, que debe tener en estado de pánico a millones de personas que esperan regularizar su situación pero no tienen la famosa green card, la tarjeta de residencia legal.
Finalmente, con un gabinete con solo tres ministros confirmados por el senado, algo insólito en la posesión de todos los que le antecedieron, es preocupante la composición que ha presentado: banqueros y financistas multimillonarios sin ninguna experiencia en la vida política del país, muchos con sospechosas alianzas extranjeras en sus negocios particulares y cuestionados por la clase de negocios realizados. Sí, Dios nos coja confesados.
losalcas@hotmail.com
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