Guajiros encontraron a Macondo
Los guajiros creen haber descubierto lo que, por años, han estado intentado los gabólogos: saber dónde queda Macondo.
Para los habitantes de la península todo empezó aquí. Empezó 63 años antes, cuando nació el coronel Nicolás Márquez. Empezó en una calle de Riohacha, donde el célebre combatiente de la Guerra de los Mil Días tuvo una vida acomodada con su prima hermana Tranquilina Iguarán Cotes, que a la postre sería su esposa.
En la capital guajira, de hecho, nacieron sus dos primeros hijos. La tercera, Luisa Santiaga, la madre del escritor, vería la luz en Barrancas, donde también empezó todo.
Allí, en medio del taller de pescaditos de oro y las fincas de las estribaciones de la Sierra Nevada y las orillas del río Ranchería, la familia se fue bañando en una atmósfera de magias que luego transmitirían a su descendencia.
Los cuentos que García Márquez contaría en sus obras, que según dijo alguna vez se reunen en una sola que se llama “La Casa”, fueron finalmente los relatos que escuchaba de boca de abuelos, padres, tíos, primos y los indios wayuus que habían pasado o llegaban desde La Provincia.
Al otro paraje misterioso del Magdalena, anegado por la sed de riqueza que prolijaba el banano, llegaron, justamente, porque en Barrancas, la segunda parada, el coronel mató por honor a un hombre que ofendió su orgullo liberal. Allá quedó enclavado, en un lugar que los barranqueños llaman “El callejón donde Nicolasito Márquez mató a Medardo Romero el día de la octava de la Virgen del Pilar”, el fantasma que lo persiguió toda la vida. “Tú no sabes lo que pesa un muerto”, le dijo un día en medio de sus caminatas vespertinas por el pueblo bananero.
En La Guajira empezó todo cuando los padres de la joven Luisa Santiaga se enteraron de sus amoríos secretos con el telegrafista Eligio García. Afectados por la noticia, la mandaron de vuelta a La Provincia para que calmara sus calenturas. Pero en cada pueblo la mujer encontraba los mensajes de su enamorado, que aprovechando las relaciones con los telegrafistas del recorrido, le iba haciendo saber que la amaba inmensamente. Hasta Riohacha se llevó su alma, pero ambos sabían que era un robo consentido porque solo a ella le pertenecía. Y allí la fundió con la de ella cuando no hubo más tiempo para la espera.
Para rescatar esas esencias, la empresa Cerrejón organizó la ruta ‘La Riohacha de Gabo’ y ayer la presentó al país en el marco de la celebración de los 50 años de constitución del departamento de La Guajira. En medio de los eventos conmemorativos organizados por la Gobernación, la Alcaldía de Riohacha y el Banco de la República, periodistas de varias ciudades del país estuvimos en los lugares donde surgió y se forjó la estirpe de los Buendía.
Allí sentimos a los tatarabuelos abriendo las puertas de la casa, a la abuela Tranquilina cuando vio a la Virgen de los Remedios soplar el fogón para que no se quemara el pan, los gritos de las guerras del abuelo y su angustia por la prisión que le deparó un delito de amor, y la luna de miel de Eligio y Luisa cuando empezaron a concebir a Gabo.
Un recorrido que sirvió para recrear el encanto del relato, pero también para descubrir que si en Riohacha nació Macondo, la capital de La Guajira puede ser la más global de todas las ciudades literarias. amartinez@uninorte.edu.co @AlbertoMtinezM
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