Fenómenos virales
Ese que escribe versos/ repletos de verano/ estando en primavera/ ese soy yo / Y esa linda camelia/ que se quedó sin alma/ que no comprende nada/ eres sin duda tú/ Ese que por ser bueno/ lo tiran a la nada/ y que no cree en la fama/ ese soy yo/ Esa de ojitos negros/ y que se cree la dueña/ de todas las miradas/ no entenderá el amor”.
Creo yo que en su momento, cuando Diomedes Díaz grabó Fantasía, estos versos cargados de expresiones metafóricas y nacidos seguramente de las muchas emociones que han poblado de poética belleza la obra del maestro Rosendo Romero, debieron ser lo que hoy llamamos un fenómeno viral. Claro, un fenómeno viral de aquellas épocas en que la tecnología no nos había enchufado al mundo, y la palabra viral se encontraba circunscrita al campo médico. En esos tiempos, la inmediatez que hoy ofrece Internet aún parecía un asunto de ficción y los fenómenos mediáticos ocurrían en territorios de proporciones bien distintas, casi siempre en el ámbito de los grandes imperios de las comunicaciones. Aun así, en los bucólicos rincones de la patria donde abunda el talento criollo ocurrían los fenómenos populares, y cuando Diomedes Díaz interpretó dicha canción, entre los bardos congénitos, los amantes de la música vallenata y los locuaces enamorados hicieron de ella un exitazo. Fue un acontecimiento de rápida difusión propagado boca a boca y corazón a corazón, que treinta y pico años después sigue vigente. Llegarían luego los cambios que introdujo la tecnología en las comunicaciones, y con ellos se rompieron las barreras de lo distante y desconocido; el mundo se convirtió en una especie de escenario donde confluyen tiempo y espacio que, en razón de resultarnos muy familiar y de dar un engañoso sentido de pertenencia global, nos condujo a percibir como incuestionable la imprecisa y fragmentaria información que circula en él. Es entonces, cuando hechos o personas se popularizan en Internet, que el término viral amplía su significado para acoger a todo aquello que mediante el intercambio de información proveniente de los medios se difunde o se replica escandalosamente, hasta el punto de lograr que virus reales, como el engorroso chikunguña que nos azota implacablemente, parezcan menospreciados elementos de la sociedad viral. Por desgracia la multiplicación de los fenómenos virales, que al igual que la reproducción de los virus animales es consecuencia de la interacción entre ellos mismos y su portador, cumple una función contaminadora dentro del proceso comunicativo, al punto que la infección generalizada acaba por exponer los intereses de una sociedad que padece de fatal banalidad. Basta con repasar los 10 fenómenos virales reseñados por la revista Time que estremecieron la red en el 2014 debido al interés que despertaron, entre los cuales están la pelea entre el cantante Jay Z y la hermana de Beyoncé, el nuevo álbum de Taylor Swift, el lanzamiento del iPhone 6, la cirugía de Renee Zellweger, el preso más sexy del mundo, y el desnudo de Kim Kardashian. No quisiera parecer una señora nostálgica, pero de sustancia para alimentar el alma hay entre ellos pocón pocón.
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