El Heraldo

Escribir: entre el corazón y la libertad

Opinar: tan cómodo, tan irresponsable, tan alejado de la vida, un gesto soberbio sin corazón, propio de los egos que aguardan ansiosos los aplausos de la galería. Algo así siento mientras observo las imágenes de los colombianos expulsados de Venezuela, la patria de mi madre. Con sus tres cositas cargadas sobre la espalda adolorida de la esperanza –“los corotos”, dirían en Caracas–, huyendo, en un éxodo perpetuo, como ha vivido siempre el pueblo de nuestra América, que es quien paga los platos rotos de unos tipos que se han llamado, entre otros personajes de nuestra historia latinoamericana de la infamia, Rosas, Mosquera, Obando, Núñez, Ospina Pérez, Turbay Ayala, Trujillo, Juan Vicente Gómez, Batista, Fidel, el Che, Uribe, ‘Tirofijo’, ‘El Mono Jojoy’, Carlos Castaño, Chávez, Maduro, y los cómplices ideológicos de las publicaciones de actualidad del continente que opinan sobre tales ególatras y los hacen parecer importantes.

No opino, me duele, y punto. No tengo nada qué decir desde la comodidad del portátil, aposentado en mi muelle existencia pequeñoburguesa, a salvo, por lo pronto, de cargar con los tres corotos al sur de la esperanza, pero cuánto duele Latinoamérica, que lo ha perdido todo en las últimas décadas, hasta el corazón de sus escritores, esos que se hermanaban con el dolor de nuestro pueblo, no con la frívola vanidad de la opinión tan efímera como insensible. Opinar, frente a la desgracia de nuestra gente herida por cicatrices seculares, es una gravísima falta de respeto, una injuria elitista, una blasfemia de clase, un maldito sacrilegio de comodones y comodines que no arriesgan nada con ese gesto frívolo. Opinas, te luces, y el pueblo de nuestra América sigue, con sus tres cositas al hombro, huyendo, en un éxodo perpetuo, que va de ninguna parte hacia la nada.

Y uno se pregunta: “¿Cuál es mi deber?” Y entonces vuelve sobre sus pasos como lector, y lee una vez más a los verdaderos maestros, y no estoy hablando de los barbudos orientales que las señoras bien, y súper fashion punto com, suelen atesorar en sus habitaciones del pánico. Y ahí está presente, más vivo que nunca, Albert Camus, quien dijo, en 1957, cuando recibió el Premio Nobel de Literatura, que el escritor, si quería comunicarse verdaderamente con una comunidad viva, jamás podía renunciar a sus más altas obligaciones morales: escribir desde la libertad y por la verdad, siempre en contra de todo poder establecido, no importa, para el caso, si se llama Santos o Maduro. Esa obligación enaltece, más allá de sus defectos o precariedades personales, a quien la ejerce sentidamente con un carácter sacerdotal, sagrado.

Opinar, lujo burgués. Escribir con el corazón, en cambio,  un acto de la consciencia que busca, a través de las palabras y el ejercicio pleno de la libertad, recordarles a todos, no a unos cuantos, cuáles son los más grandes compromisos que tenemos con nuestra aplazada humanidad, con toda esa gente que carga, desde hace quinientos años, así en Colombia como en Venezuela, y en toda nuestra América cósmica traicionada por sus dirigentes, los tres corotos y la esperanza rota.

diegojosemarin@hotmail.com

Facebook
Twitter
Messenger
Whatsapp

Más Columnas de Opinión

El Heraldo
Mauricio Cárdenas

A la brava

Gran indignación me causó que el presidente Petro, al referirse al café en la instalación de la mal llamada Asamblea Nacional Cafetera, dijera que “no se produce, se extrae”. Y me sorprendió no solo porque el café se trabaja –y duro–

Leer
El Heraldo
Jorge E. Robledo

Petradas

1.- Entre lo mucho que se ha dicho sobre la reforma a la salud, reforma que se hundió porque Petro perdió el respaldo de Santos, Samper y César Gaviria y de los partidos Liberal, Conservador y de la U –claves para que ganara la Presidencia–

Leer
Ver más Columnas de Opinión
X
COMO REPORTAR A WASAPEA
1. Agrega a tu celular el número de Wasapea a EL HERALDO: +57 310 438 3838
2. Envía tus reportes, denuncias y opiniones a través de textos, fotografías y videos. Recuerda grabar y fotografiar los hechos horizontalmente.
3. EL HERALDO se encargará de hacer seguimiento a la información para luego publicarla en nuestros sitio web.
4. Recuerda que puedes enviarnos un video selfie relatándonos la situación.