Escepticismo
Esta columna de opinión no es otra cosa que una muestra del deseo que tenía el inolvidable periodista y escritor Ernesto McCausland de abrir un espacio a la voz de ciudadanos ajenos a compromisos, reacios a tejemanejes políticos, a frívolos grupos sociales, a obsesiones religiosas, amoríos intelectuales y maquiavélicas alianzas económicas. Ciudadanos del montón, como soy yo, que equivocados o no, escogimos prescindir de los métodos letárgicos y litúrgicos con que penetran credos y doctrinas una sociedad, para internarnos en el trance de la duda, el camino de las preguntas que casi nunca tienen respuesta. Como un mandato que quién sabe si es producto del azar o del acervo genético, parecemos condenados a observar lo que sucede o nos sucede, y estamos, por consiguiente, destinados a sufrir las consecuencias de una acción como indagar, que termina por mostrarnos, ante todo, el repugnante material que uno mismo lleva dentro. Por invitación de Ernesto McCausland escribo esta columna en calidad de ciudadana distante de las prebendas del poder, desprovista de informantes y del arrume de diplomas que garantizan, supuestamente, los saberes, y asumo esta tarea semanal con el único objetivo de tratar de descifrar lo que pasa en un país que se ha habituado a resolver los problemas ya sea con la intervención del Divino Niño, de una pistola 9mm o de un fusil AK-47. Ardua tarea. Me asalta el escepticismo. Porque, ni la fecunda inventiva macondiana que tenemos por herencia permite que un ciudadano del montón pueda acercarse a la verdad de lo que ocurre en el país, y uno termina por sentirse medio ingenuo, medio bruto y medio inútil frente a la ambigua información que nos llega a cuentagotas. ¿Y cómo no? Si después de la asquerosa campaña presidencial, y de ver las suciedades evacuadas en el reparto de la lechona y en los debates del Congreso, se podría suponer que el colector de aguas cloacales había sido desocupado. Error craso. Todo indica que se rebosa nuevamente.
Según el portal Las2Orillas, el ciudadano venezolano Lorent Gómez Saleh, deportado a su país por razones que el Gobierno colombiano ha denominado de seguridad nacional, estaría conspirando en la zona fronteriza colombiana. Lo macabro del asunto es que dicho informe revelaría la cercanía de Gómez Saleh con el senador Uribe, la representante Cabal y algunos sectores de las Fuerzas Militares, y su participación en eventos a los que asistieron Cabal, Paloma Valencia y José Obdulio Gaviria, así como su intervención en la campaña del CD al lado de Óscar Iván Zuluaga. Y para mayor sorpresa, según se observa en el video, los métodos de Gómez Saleh en su actividad proselitista no difieren mucho de los que han utilizado los movimientos subversivos que tanto han repudiado los del CD. Hay que verlo para creerlo. Esto no haría más que evidenciar que en los fétidos colectores subterráneos por los que corre la vida política del país todo es posible. Allí parecen igualarse todos los intereses políticos, mientras en la ficticia democracia de la superficie, los idiotas ciudadanos del montón nos enfrentamos en defensa de los unos o los otros.
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