“Es la informalidad…
¡Estúpido!” podría decir, imitando a Clinton, algún candidato presidencial en Colombia para poner el dedo en la llaga del mercado de trabajo nacional. Y es que de los tres datos críticos de ese mercado: Desempleo, tasa global de participación (TGP) e informalidad, éste es el más tóxico y en el que peor nos va en la Región Caribe. Pero, de la mano del Dane y de Fundesarrollo, comencemos con las buenas noticias. Cuatro ciudades de la región se incluyen entre el grupo nacional de trece que se miden regularmente: Barranquilla, Cartagena, Santa Marta y Montería. Al principio de 2010 el Desempleo de estas cuatro oscilaba entre 9,2% y 15,5% mientras al llegar el 2016 el rango es entre 7,5% y 9,1%. Buen bajonazo: todas por debajo de 9,8% que es el promedio del grupo de las trece, aunque este referente es alto. Especial mención en este campo merecen Montería, que pasó del guarismo más alto al más bajo, y Barranquilla, que mantuvo el nivel más bajo casi todo ese tiempo.
La TGP es el porcentaje de personas que, estando en edad de trabajar, están ocupados o buscando trabajo. Mientras más alto mejor. Las cuatro ciudades de la región mejoraron bastante en el período mencionado, de un rango que iba de 56,3% a 60,3% a uno que va ahora de 60,3% para Cartagena hasta 65,8% para Barranquilla. Montería fue la única que bajó, lo que contribuye a explicar su disminución del desempleo. Pero aún todas están por debajo del promedio de las trece ciudades que es de 68%, mientras Bogotá, Cali y Bucaramanga están por encima. Cuando la gente deja de buscar trabajo no se registra como desempleado, pero tampoco aporta a la economía. Por eso una cifra baja de desempleo se desluce con una baja Tasa Global de Participación.
La informalidad radica en la empresa o contratante que no paga impuestos, no lleva contabilidad o no aporta a salud y pensión. Mientras en la región ésta oscila entre 55% para Barranquilla y 63,8% para Santa Marta, el promedio para las otras nueve ciudades es de 46,8%. En Bogotá y Medellín la informalidad no llega al 42%. Tremenda diferencia. Su toxicidad para las finanzas públicas se entiende al ver que en las nueve ciudades los cotizantes a pensión son el 50% (una cifra muy baja) pero en las cuatro del Caribe solo cotizan desde 33,5% en Santa Marta hasta 38,9% en Cartagena. Y la afiliación al sistema contributivo de Salud va del 33,5% para Montería hasta el 51,7% en Barranquilla. Y eso de los que trabajan. ¡Todo lo demás subsidiado!
Mujeres y jóvenes participan menos del mercado laboral y cuando lo hacen están más expuestos a la informalidad. No es casualidad que esos segmentos son los que más requieren de horarios laborales flexibles que les permitan compaginar obligaciones familiares y educativas con el trabajo. Por todo eso es crítico y urgente diseñar una legislación del trabajo por horas, como en muchos países desarrollados, para generar opciones graduales de formalización a los segmentos más vulnerables de la población en edad de trabajar.
rsilver2@aol.com
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