El tubo tuvo la culpa
Las recientes declaraciones del minagricultura son la demostración última de la irresponsabilidad de nuestros dirigentes públicos. Manifestar con toda la tranquilidad que los supermercados son algunos de los culpables del aumento del costo de la vida es la respuesta, al parecer adecuada, para sacarles el cuerpo a todos los problemas que nos aquejan, que deberían tener en nuestros gobernantes al menos el intento de ser solucionados.
En sus explicaciones, el ministro se limitó a mostrar las diferencias de precios entre la plaza de mercado y las grandes superficies. Sin duda, la brecha de precios es significativa. Verduras, frutas, tubérculos o carnes presentan 40, 60 y hasta el 100 por ciento de más en comparación con los valores en la Central de Abastos. También fue claro en denunciar lo poco que les pagan a los productores primarios, sean pequeños campesinos o empresarios agroindustriales. Está claro que la cadena de comercialización está viciada en cuanto a los productos del campo, y ahí los clavados son los agricultores y los consumidores finales, mientras unos mayoristas y los vendedores finales, desde las grandes superficies hasta las tiendas de barrio, se llevan la gran tajada.
No existe una acción efectiva de precios de sustentación, hay ‘protecciones’ al productor nacional que se traducen en restricciones a las importaciones, y por supuesto que estamos en un mercado imperfecto donde los demandantes son muchísimos ante la limitada oferta. Lo cierto es que no podemos culpar a los supermercados, que ofrecen facilidades locativas y de acceso por las que los consumidores pagan sin preguntar al comprar los artículos de la canasta familiar. Se le olvida al público que existen las centrales de abasto donde tendrían ahorros significativos en el caso de ser usados consuetudinariamente por las amas de casa.
Si el Gobierno atribuye a El Niño y a los supermercados el aumento de precios y de la inflación, saca el cuerpo utilizando la usual y frecuente posición de simplemente echarle la culpa a alguien distinto, pero que es responsabilidad del que se disculpa. En ese orden de ideas, los cementeros tendrán la culpa del aumento de precios de la vivienda; los banqueros, del aumento de las tasas de interés, o las plantas térmicas del aumento de los precios de energía.
La manera más fácil de salvar la responsabilidad y no hacer nada es culpar a otro. Esperemos qué va a pasar con el problemita de Reficar, en el que en vez de estar culpándose unos a otros, el Gobierno debería liderar las investigaciones, establecer responsabilidades y señalar a los culpables reales. Solo faltaría que cuando se quiebre Ecopetrol le echen la culpa a los árabes o que le atribuyan el déficit fiscal colombiano a Avianca por ofrecer clase ejecutiva en sus vuelos. Cabe perfectamente la frase del comercial : ¡el tubo tuvo la culpa! Y mientras, no pasa nada. ¡Qué horror!
fernandoarteta@gmail.com
Más Columnas de Opinión
¿Qué hacer con las tarifas de energía en la región Caribe?
Las altas tarifas de la energía en el Caribe son un problema social. La afirmación de que mes a mes cientos de miles de familias comen o pagan la luz no es lejana de la realidad. El recibo se puede llevar la cuarta parte de los ingresos de las f
Un faro de esperanza para la juventud
En medio del vendaval de desafíos que enfrenta la juventud contemporánea, marcada por la sombra ominosa de trastornos mentales que irrumpen cada vez más temprano en sus vidas, surge la necesidad imperiosa de tenderles una mano firme, de ofrecer
Café entre Evas
“Qué habría sido de las mujeres en el patriarcado sin el entramado de mujeres alrededor, a un lado, atrás de una, adelante, guiando el camino, aguantando juntas. ¿Qué sería de nosotras sin nuestras amigas? ¿Qué sería de las mu
Para el Descanso
La revisión de los titulares de prensa, o de cualquier otro medio de comunicación, se ha convertido en una seguidilla de sobresaltos. Quizá sea porque en estos tiempos todo se actualiza permanentemente, o porque la dependencia del clic induce l