Corrían los últimos años de la década de los sesenta y un niño y una niña de no más de 12 años de edad fueron escogidos para ser los padrinos de bautismo de Alejandro, quien con algunos meses de nacido cumplía con los preceptos religiosos. El cura protestó por la edad de los padrinos pero la exigencia del padre de la criatura se impuso y el Sacramento se adelantó sin contratiempos, con unos padrinos distintos a los que se acostumbraban y lo que era más difícil, compitiendo con muchos familiares y amigos cercanos que aspiraban a ese honor. Ese era el tío Juan B.

Muy joven, fue escogido suplente al Senado de don Abel Carbonell. No alcanzó a conservar esa suplencia porque a nombre de las juventudes conservadoras fue invitado a conocer el naciente proceso de Fidel que nacía en Cuba y de allí llegó convertido al comunismo. Fue su inicio de una “carrera” como comunista convencido que le costó las críticas de su círculo social en donde muchos no lo entendían en esa posición. En una familia provinciana y numerosa que se reunía religiosamente toda, por lo menos una vez a la semana, era fácil que se adelantaran grandes debates políticos de los que hacían parte todos los hermanos, donde dos eran de ideas contrarias a los otros seis. Estas fogosas discusiones eran arbitradas por el abuelo que sin abandonar sus ideas conservadoras terciaba en el disenso que siempre se presentaba. Si esto sucedía en el seno de su familia, qué podría dejarse para otros foros en los que era criticado y atacado por sus ideas  que defendía con ardor. Fue secretario durante más de 20 años del Partido Comunista del Atlántico y concejal de Barranquilla por 5 o 6 períodos durante los cuales se distinguió por sus impecables intervenciones, su decente presencia pero sobre todo por su honestidad a toda prueba de la cual dan fe, amigos y contrarios. Lo elegían tres o cuatro mil votos, todos de opinión, provenientes en su mayoría de barrios marginales y algunos del norte de la ciudad por electores que lo conocíamos y votábamos por el con tranquilidad. Su vida transcurrió de acuerdo a sus ideas haciendo lo que predicaba. Durante muchos años vivió del sueldo del PC que le proporcionaba sólo una austeridad extrema que hizo extensiva obligatoriamente a su familia cercana. En sus últimos años productivos fue asesor jurídico de Condesa dando un vuelco sustantivo a sus ideas con el único propósito de obtener los recursos mínimos que le servirían para terminar su vida en paz y tranquilidad y, sobre todo, por sus propios medios en Santa Verónica, donde una noche mirando las estrellas nos dijo a algunos de sus inquietos sobrinos: si quieren llegar al rosario o a las tres avemarías, madruguen mañana, vayan a la playa y apenas vean salir el sol, se suben a uno de sus rayos y bien agarrados viajan por el universo montados en el como en caballo cerrero. En esas debe andar ahora sin temor a caerse para llegar al cielo.

Con estas letras quiero rendir un sentido homenaje a un personaje que en su momento era mirado como un bicho raro de la política pero que gracias a sus méritos fue admirado y reconocido por sus colegas políticos tradicionales. En estas épocas en que algunos progresistas y de izquierda, cuando han alcanzado cargos de representación, pelan el cobre por lo mismo que lo hacen los demás, el ejemplo de “el italiano” indica claramente que se puede hacer política con honestidad y que además se puede ser de “ideas comunistas” y trascender sin tirar piedras, poner bombas, minar caminos, secuestrar y hacer una guerra estúpida que solo han podido mantener matando inocentes.

fernandoarteta@gmail.com