Algunos piensan que el regreso de Uribe a la política parlamentaria es equivalente al último capítulo de La Guerra de las Galaxias: el imperio santista contraataca y Uribe retorna. No estamos muy lejos de la realidad.

En nuestra Colombia contemporánea, la gran mayoría de nuestros expresidentes han querido vivir ilimitadamente de su prestigio presidencial. Estos, lagarteándole al presidente de turno, han conseguido mantener su participación ministerial y guardar con celos su poderío político de antaño. De esta forma, han logrado ser nombrados embajadores en EEUU o Europa (Samper, Pastrana) y/o ser designados en organismos multilaterales en nombre de Colombia (Gaviria, Samper). Un ejemplo claro de esto es el reciente nombramiento del expresidente Samper como secretario de Unasur, como cuota del Estado colombiano. Todo esto sin probarse electoralmente ante el pueblo.

El expresidente Uribe rompió con esa mala costumbre.

De la misma manera hizo el expresidente francés Valery Giscard d’Estaing, cuando, tras su fallida reelección de 1981, volvió a comenzar desde abajo su carrera político-electoral. Retornó a su bastión político, donde se presentó a las elecciones municipales y departamentales, en ambas arrasando en los resultados. Después de esto, logró finalmente volver al Parlamento francés y asimismo catapultarse hasta el Parlamento Europeo. Su trabajo legislativo en este último fue tan destacable que, a sus 79 años de edad, fue designado por la Unión Europea como el principal redactor de la Constitución Política europea del 2005. Finalmente, hoy en día, con 88 años, sigue activo como magistrado de la Corte Constitucional francesa.

Para muchos, Valery Giscard D’Estaing fue un gobernante ejemplar por haber tenido la humildad de volver a comenzar su vida política desde las bases, evitando así depender de manera vitalicia de su prestigio de expresidente, y tornándose ser un líder natural de su continente. Tengo la seguridad que el expresidente Uribe hará su equivalente, debido a su inmensa inquietud por plasmar en Colombia su visión de Estado desde cualquier escenario político, sea como concejal o alcalde , hasta el final de su vida.

En el momento en que se instala el nuevo Congreso colombiano con el expresidente Uribe a bordo, muchos como yo aplauden. No solo por la lealtad y humildad de este frente a su electorado, sino por su valentía inquebrantable a la hora de enfrentarse al poder burocrático del Gobierno, su real trabajo de oposición y por ir más allá de su fuero presidencial. Al fin y al cabo, el retorno del Jedi no es más que un acto de ambición política enfrascado en uno de coraje.

@QuinteroOlmos