Las gripas o infecciones por los virus de influenza constituyen una de las más frecuentes enfermedades en todo el mundo. Su aparición depende inicialmente de la presencia en el ambiente de diferentes especies de virus, los cuales solo sobreviven unidos a otros organismos vivos, animales y plantas. Allí permanecen durante un ciclo en los que no se nota su presencia, hasta cuando su reproducción en las células humanas muestra efectos que inicialmente pueden ser leves, pero que en otros casos tienen efectos devastadores y finalmente fatales. La interacción del virus con el medio ambiente produce los ciclos estacionarios, con el cambio de estaciones, verano, invierno, y los que aparecen en forma de epidemias o brotes.

Cada caso de gripa o influenza es diferente, dependiendo principalmente de la agresividad del virus y de las condiciones de la persona infectada. Las edades, con mayor gravedad en ancianos; la raza, el embarazo y la forma como puedan darse infecciones bacterianas agregadas marcan el pronóstico reservado de la evolución de las gripas. Evitar los cambios fuertes, prolongados y repentinos de las condiciones climáticas ambientales ha sido responsabilidad asignada durante mucho tiempo, sin existir claras evidencias, coincidiendo con aumentos de su presencia. Lo que sí sabemos con claridad es que las formas de mayor transmisión están relacionadas con el contacto cercano de personas infectadas, ya sea por la salida de saliva o pequeñas partículas húmedas de nuestras propias vías respiratorias, o por el contacto de las manos entre personas. El saludo es el principal mecanismo de transmisión, la tos, el estornudo y los besos llevan el virus en grandes cantidades, suficientes para pasar de una persona a otra. Lo difícil es evitar el saludo cercano, el estrechar las manos, evitar los besos, el contacto íntimo, o el estar en medios cerrados con alta circulación del virus.

De aquí lo importante del lavado constante de las manos, del uso del alcohol glicerinado, de la protección con mascarillas, en el caso de personas con enfermedades con defensas disminuidas, diabetes, cáncer, sida, o en tratamiento con medicamentos inmunosupresores.

Si fuéramos capaces de seguir tan precisas indicaciones podríamos disminuir una gran cantidad de infecciones virales. Además, tener en cuenta la protección con vacunas, solo recomendadas en forma personal por los médicos, para evitar complicaciones o efectos secundarios no deseados. Si ya se presenta, evitar transmitirla a más personas, y si se empeora después de tres días, acudir al médico para definir si es necesario el uso de antibióticos, los cuales deben ser administrados en forma prudente y adecuada. El manejo sintomático solo acepta el aumento de líquidos, como el agua, o aquellos con electrolitos, los antitusivos son engañosos, deberían ser recogidos por sus pobres efectos, algunas veces peligrosos, y de los  antifebriles, mejor el acetaminofén que los antiinflamatorios.

Los efectos de las gripas en las comunidades inciden no solo en el bienestar de las personas sino también en el desarrollo, aumento de incapacidades, pérdida de días de trabajo, aumento de gastos, factores que inciden en la producción y rendimiento de las comunidades.

La mayor dificultad para el control de las gripas está en el hacinamiento, los desplazamientos y el no cumplimiento de medidas de protección enunciadas. A las que se agrega un bajo nivel de vacunación. Las campañas para el control de las gripas son universales y deberían realizarse en forma permanente.

alvillan@gmail.com