Don Quijote: 400 años parodiando la vida
La coartada perfecta, incluso periodística, para hablar de Don Quijote a todo lo largo del 2015 es, por supuesto, que se conmemoran 400 años de la publicación de la segunda parte de este texto clásico. Nadie te va a juzgar porque no lo hayas leído. Pero sea la ocasión. Es más divertido que Sábados felices.
El editor de las dos partes fue Juan de La Cuesta, cuyo lema en latín rezaba, didáctico, Post tenebras spero lucem: “Espero la luz tras la oscuridad”. Hablemos del título. Hidalgo, literalmente, “un hijo de algo”; y la palabra ingenio se refiere a la locura del personaje. Este ingenioso hidalgo, desde una remota mañana de julio, hace cuatro siglos, no ha cesado de cabalgar el mundo y brilla para su padre, el capitán Cervantes, la luz perpetua tan sólo con el célebre inicio: “En un lugar de La Mancha…”, que es un verso de ocho sílabas, cuéntalas, quizás así comenzaba una canción de su época.
Porque el capitán era un experto en la parodia. Parodiar es imitar, con una finalidad satírica, “el estilo” de otro escritor, o conjunto de escritores, señalando de pasada con ello sus tics y manías más frecuentes. Y todos los que somos aprendices en el taller de las letras estamos obligados a realizar parodias conscientes de los autores que admiramos para no pasarnos la vida haciendo parodias inconscientes. Es lo que les sucede a muchos con la impronta de García Márquez. Pero líbrame, Señor, de nuestras polémicas de verduleras.
¿A quién parodiaba ese Miguel de Cervantes que conocía, en carne viva, a los atracadores madrileños de su época, y cuyos amigos eran chulos, prostitutas y ladrones, lo más selecto de la sociedad del hampa, como lo revela su novela ejemplar El coloquio de los perros? Él mismo lo dice en el prólogo de la obra: parodia a los libros de caballería.
Por ejemplo, en la primera salida de Don Quijote, cuando llega a la posada de mala muerte que él se figura castillo, y en la puerta lo reciben unas mozas jacarandosas y unos truhanes de alto turmequé, ¿qué dice nuestro héroe? “Nunca fuera caballero de damas tan bien servido, como lo fue Don Quijote cuando de su aldea vino”. ¿Ese es el estilo de Cervantes, como creen algunos despistados?
¡No! ¡Jamás! Parodia a El Amadís de Gaula, novela de caballería. Este hombre, que tanto sabía de la vida, es evidente que ha concebido un texto implícito debajo del texto explícito. Nos hace un guiño de soberana inteligencia, y finísimo sentido del humor, a sus lectores de todos los tiempos. Las palabras y la realidad se han divorciado, señala. Y nos involucra así en su sátira, que no deja títere con cabeza, comenzando por él mismo.
Porque cultivó, con sus entrañas, sin teorías ni poses intelectuales, ese arte de la parodia que todos debemos cultivar. No tiene ninguna importancia decir que era mejor o peor escritor que Fulano o Perencejo. Eso es ego y perendengue. Pero sí la tiene recibir su maestría imponderable con sensibilidad de aprendices. Todo es mentira, nos enseña El Manco de Lepanto, pero aún así vale la pena seguir luchando, y reírse a carcajadas, y parodiar, la farsa total. !Oh capitán! ¡Mi capitán!
diegojosemarin@hotmail.com
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