Digo Sí
Después de cuatro semanas de analizar el Acuerdo Final y cuatro años donde escribí diferentes columnas de críticas a las negociaciones en La Habana, veo una oportunidad democrática e incluyente, aunque lejos de ser perfecta, de transformar a Colombia en un país moderno, progresista y encaminado al desarrollo. El Acuerdo Final, si bien tiene muchos puntos débiles y vacíos como el del punto de Reforma Rural Integral, propone un escenario nacional que más allá de favorecer la reinserción de las Farc a la política y la vida civil, ofrece nuevos mecanismos de participación ciudadana, reformas importantes al sistema electoral que, de ser bien ejecutadas, pueden servir a la democracia del país, y está escrito en un lenguaje de género, respetuoso de los derechos de los grupos más vulnerables.
Este domingo digo Sí, con mi derecho a ejercer control sobre los diferentes puntos acordados que merecen ser vigilados a través de las veedurías ciudadanas, de las críticas a los proyectos de ley que vendrán para darle vida al Acuerdo, al riguroso seguimiento que debe hacerse a la administración del erario público, y a la garantía de que la diversidad colombiana será tenida en cuenta en todos los pasos a seguir.
Sí, a una oportunidad inigualable para el país, para una sociedad que ha heredado rencores, que los ha alimentado con odio, que ha sido día tras día revictimizada por el conflicto armado, que no ha podido crecer conforme a su vocación de trabajo por el cuantioso presupuesto que se destina anualmente a combatir la guerra, y se ha visto relegada del progreso regional. La paz no vendrá únicamente con el Sí pero es un gran paso lograr el desarme de miles de miembros de las Farc y que estos se reintegren a la sociedad civil, reparen a las víctimas, aporten a la verdad y reconozcan su responsabilidad frente a los crímenes que acabaron con familias, municipios enteros y con el tejido social de todo un país profundamente herido.
Los colombianos tenemos una esperanza que en los últimos 60 años no habíamos tenido, las nuevas generaciones podremos enfocar nuestros esfuerzos en buscar que se fortalezca el sistema educativo, la economía nacional, el cuidado del medio ambiente, y el respeto de las libertades fundamentales que fueron paulatinamente resquebrajadas en las últimas décadas. Pero, también tendremos el reto de aprender a perdonar, de reconciliarnos y de plantear nuevos paradigmas de justicia que se ajusten al proceso de transición que estamos por vivir. No será fácil y el camino hacia la verdadera paz apenas comienza, pero quiero soñar con que mi hermano Jorge Luis y yo podemos vivir en un país democrático y libre, a diferencia del que hasta ahora han vivido mis padres.
@tatidangond
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