Cuando apenas se le ha dado primer debate al proyecto de Reforma Constitucional, denominado Equilibrio de Poderes, no se puede soslayar que en su contexto lleva impresa la etiqueta de un verdadero galimatías jurídico, por el desequilibrio conceptual del gobierno Santos, por un lado, y de los integrantes de la mayoría de la Unidad Nacional, por el otro. Tomemos por ejemplo el tema de la unificación de períodos del presidente de la República con los de los gobernadores y alcaldes, el cual fue objetado por el suscrito, desde la columna “Pido la palabra” de 9-9-2014, pág., 5B, con argumentos electorales, que acaba de repetir el columnista dominical de El Tiempo Mauricio Vargas, en la edición del 5 del corriente mes y año, sección “Debes leer”. Pág., 7. Además, el presidente del Senado, nuestro coterráneo José David Name, le vaticinó una muerte legislativa segura, por cuanto no fue incluido inicialmente en el proyecto de Acto Legislativo precitado. Lo anterior revela que no existe coherencia temática entre el ministro de la Política y su bancada de gobierno. La eliminación del Voto Preferente, sin bajar el umbral para el Senado nacional, es una actitud antidemocrática que golpea a las minorías políticas colombianas, reduciendo, en consecuencia, el pluralismo ideológico en el Congreso, principios estos que constituyen los fundamentos de la democracia liberal clásica, a nivel universal. Es decir, estamos regresando a la época del autoritarismo y monopolio de las curules parlamentarias, por parte de la “Regeneración” y del Partido Conservador en Colombia.

La iniciativa del Tribunal de Aforados ha provocado controversias, rectificaciones y caos conceptual, porque hay una competencia canibalesca de vanidades entre el fiscal, el minterior y los ponentes de la Comisión 1ª. del Senado. No todo consiste en eliminar la Comisión de Investigación de la Cámara, como sostiene el senador Benedetti, quien de paso está como coordinador de ponentes del Senado, como caimán en boca de caño, listo para colocar su articulito, que le permita al presidente Santos nombrarlo como ministro de… lo que sea, siendo todavía senador de la República. No debemos ignorar que la Cámara de Representantes, en los sistemas políticos presidenciales y con Congresos bicamerales, siempre ejerce la fiscalía de los aforados y el control de la ejecución del presupuesto, razón por la cual debe elegir sola al contralor general de la República.

Y este desequilibrio conceptual ha llegado hasta las curules de la izquierda del liberalismo colombiano, pero en forma emocional, como ocurrió hace pocas semanas cuando el veterano líder de la rebeldía liberal, mi compañero de jornadas parlamentarias Horacio Serpa Uribe, declamó un poema sobre las rosas blancas, cuando se emocionó al contemplar a la senadora Claudia López repartir estas delicadas flores entre los adversarios de su iniciativa sobre el Tribunal de Aforados, en lugar de recitar, fiel a su antiguo talante, las siguientes estrofas de Germán Malo:

“Por las velas, el pan y el chocolate. Yo combato, tú combates, él combate; y por tener segura mazamorra, yo ahorro, tú ahorras, él ahorra. Con la edad perderemos los cabellos, yo, tú, él, nosotros, vosotros, ellos”.

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