El Heraldo

Copy – paste – ¡kaboom!

Digamos que uno está viejo y que le tocó ir a estudiar a bibliotecas. Digamos que para investigar un tema que le interesaba, había que sortear una serie de dificultades: salir del cuarto, ir a otro sitio, aprender de un sistema de búsqueda en tarjetas, navegar entre estantes, sentir los olores de los libros y el silencio del sitio, encontrar la nomenclatura adecuada, revisar una estantería, escoger lo que parecía importante para el tema, cargar un bulto hacia una mesa y sentarse a pasar página por página hasta encontrar algo que iluminara el camino.

Digamos que uno no alcanzaba a terminar antes de que cerraran la biblioteca y le tocaba sacar el libro, llevarlo a casa, seguir allá estudiando cómo hacer el ensayo, cómo citar, qué decir y luego, a devolver el bulto nuevamente al sitio de las estanterías interminables, para empezar la tarea de nuevo al otro día, hasta terminar el ensayo.

Digamos que al menos uno hacía ejercicio. Hoy ni eso hay que hacer. Hoy solo se necesita la pantalla del teléfono y si no está allí algo, pues no está, punto. Es como los monstruos del Pokemon. Alguien o un algoritmo manda el muñequito al sitio por donde uno camina y si está, existe y hasta hay que atraparlo. Y si no, pues a seguir haciendo el ejercicio de embobarse con la nueva realidad virtual integrada a la…¿realidad?

Así atraparon enseguida, apenas Melania terminó su discurso, el monstruo de su copia. Bueno o la copia de quién se lo escribió copiando otro discurso que supuestamente escribió otra mujer, precisamente la esposa de otro marido que el marido de la anterior odia a muerte. Burlas del destino y del tamaño de la estupidez que vino enseguida porque de seguro que lo que sucedió fue que un diablo de la otra campaña presidencial plantó un Ekans, o un Wartortle o un Zulbat, o mas bien un ¡Gloom …oops, recórcholis, poof, blah blah, kaboom!

Y entonces, uno que trata de explicarle a los estudiantes, que sí, que no hay nada nuevo bajo el sol, pero que bueno, hay que intentar ser honestos, pero no simplemente por serlo y aprender de ello parte de cómo vivir en comunidad, sino porque hay que usar la creatividad, hay que desarrollar la capacidad innata que todos tenemos para pensar, para ejercitar esa parte del cerebro que está hecha para cosas mejores que enarbolar pistolas.

Pero nada, de qué me sirve echarles un discurso acerca del “no copy-paste” durante esta semana que empezamos clases si ya nada de eso importa, si ya ni siquiera un candidato a la presidencia de los EEUU le interesa la metida de pata y no pasó nada sino un escándalo. Y entonces, ¿de qué me sirve hablarles a los estudiantes, si como hay un grupo grande en un solo sitio reunidos, de seguro aparece algún animalito virtual que sea mas interesante de atrapar que una palabra mía?

columonica@hotmail.com

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