¿Quiere saber cuál será el futuro de sus hijos? Se lo puedo predecir, no estudiando la complejidad de su cerebro, ni su código genético; sino simplemente sabiendo el lugar de su nacimiento y las circunstancias sociales en que se desenvuelven sus primeros años.

Con el apoyo de la Gobernación del Atlántico y el ICBF, estamos desarrollando un programa de cuidado a la infancia en siete municipios del Atlántico, en el que participarán 7 mil niños y sus familias. Hemos realizado el diagnóstico inicial del desarrollo de los niños, y los resultados son extremadamente preocupantes.

Prácticamente, 6 de cada 10 niños entre 0 y 6 años, que viven en estos municipios, presentan déficit cognitivo. Lo más grave de esta situación es que en los primeros 6 meses, solo 1 de cada 10 presenta la deficiencia; pero en la medida que su edad va aumentando, el déficit se va agravando. Esta situación los está condenando desde ya a una vida precaria.
Es lamentable observar cómo este alto número de niños y niñas están condenados al fracaso desde temprana edad. No por mal funcionamiento de su cerebro, ni por su poco talento, o por su falta de esfuerzo y dedicación; sino por las condiciones sociales adversas que les toca vivir.

El hogar y la familia son los responsables de cuidar al niño en sus primeros años de vida. El ambiente del hogar es el amortiguador y el puente entre el niño y la cultura circundante. Y en la medida en que ese contexto favorezca el desarrollo de sus habilidades, así se ayudará a determinar la clase de persona que pueda llegar a ser.

Estos niños con gran déficit cognitivo son los que ingresan a la escuela. Y la abandonan prontamente por sus carencias cognitivas. O porque los maestros —así hacen muchos cuando la mayoría presentan estos problemas—, terminan nivelando las exigencias por debajo para evitar la deserción escolar.
Aunque nunca se había realizado una evaluación tan completa a tan alto número de niños y niñas en Colombia, como la que hemos hecho aquí en el Atlántico, es probable que esa misma sea la realidad de millones de infantes en el país. Con un diagnóstico así de lapidario, la frase del presidente Santos —que “seremos en el 2025 el país más educado de América Latina”—, es un imposible científico. A menos que haya una comprensión cabal de las necesidades reales de los niños, así como de la forma como estas pueden ser satisfechas. El problema en Colombia empieza desde antes de ir a la escuela. Y muy poco pueden hacer los maestros para revertir los déficits cognitivos con que llegan los niños.

El papel de la familia —y en particular de la madre—, es crítico para favorecer en el infante un desarrollo armónico y eficiente. Desafortunadamente, las madres de los niños que viven en situación de pobreza, ellas mismas carecieron de oportunidades en su infancia. Por lo que necesitan sistemas de soporte, especialmente del Estado, para el cuidado de sus hijos.
Alexandra García, muchas gracias por todo lo bueno que nos diste en tu breve existencia.

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