El Heraldo

Cogitaciones sobre el dolor

Era una conversa atrasada a la que sólo había que definirle lugar y hora con un miembro cofundador del Club del Hipergloso, Rufo Pantoja, anestesiólogo especializado en Algología, la ciencia que estudia el dolor. El del afán era yo, primero, porque tengo necesidad de tirar una carreta sobre el dolor y debo asesorarme de alguien que sepa la última para que me la tire y yo tirársela a ustedes y, segundo, porque este algólogo es un tipo preciso en sus conceptos y podía ayudarme a resumir una vaina tan compleja en este breve espacio. Así que cuando nos sentamos para la parla le dije de una Sión, tírame la cordal.

Primero, me dijo, son necesarias unas definiciones. Un dolor es una experiencia sensorial y emocional desagradable que conlleva un sufrimiento. Enfatizó en el análisis de la parte emocional por aquello de lo subjetiva que es la experiencia del dolor, pues todos lo percibimos desde umbrales diferentes y la descarga emocional que desencadena es igual de propia. Con esto me llevó a una conclusión indiscutible, con el conocimiento y la tecnología actual es imposible construir un dolorímetro. No se puede medir el dolor, lo cual es una situación de doble filo porque una persona puede fingirlo y no habría forma de demostrarle que no lo tiene, lo mejor que hace la ciencia es asegurar que en el sitio donde le duele no hay ninguna patología. Esto implica una cuestión ética de parte del paciente a la hora de evaluar su intensidad, por ejemplo, para lo cual se han creado escalas como la Visual Análoga con la cual el paciente califica la intensidad de su propio dolor.

Un dolor se considera agudo si tiene una duración menor de 3 meses, a partir de ese plazo es crónico. Puede ser de origen central en el cerebro, como el posterior a un accidente vascular cerebral, o periférico, de la médula espinal en adelante. Es de tipo incidental cuando se produce al intentar un movimiento que resulta fallido, como en la casa o la oficina, o permanente cuando tiene un substrato orgánico o emocional, por ejemplo, porque se obtiene una ganancia secundaria.

Me puso al día en estadísticas: el 80% de la población mundial ha tenido, al menos, un episodio de dolor de cabeza o de espalda; en mujeres es la dismenorrea, menstruación dolorosa. En las vías de transmisión: já, cada día encuentran nuevas y más sutiles. En los tratamientos: desde los medicamentos hasta los estimuladores medulares y de regreso a cosas básicas como el masaje, el yoga, la digitopuntura, el movimiento, por una razón muy sabia: el cuerpo humano produce sus propias endorfinas y estas acciones aumentan su concentración, lo cual sirve para bloquear lo que hoy se conoce como sustancias p (pain: dolor), hey, ya les tienen nombre, que, se supone, andan por todas partes produciendo algos. En adelanto van estos lugares.

Entonces le dije Sión, tírame la ultimitilla, la andana de la cordal, la tuya. Me dijo Sión, el dolor ha representado el ascenso del ser humano, ontogénicamente ha tenido una presencia indiscutible en el desarrollo de los humanos, sin el dolor como alarma moriríamos. En últimas, el alivio del dolor es el origen de la medicina, su razón de ser. Y remató con esta: el objetivo central de la sociedad contemporánea y para el futuro es el No Dolor.
No me explico por qué se me vino enseguida a la mente una imagen del Congreso de la República.

Haroldo Martínez
haroldomartinez@hotmail.com

 

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