Cataclismo de valores
En medio del cataclismo social que enfrenta la sociedad internacional ante el discurso de odio e intolerancia liderado por Vladimir Putin, surge un proyecto de ley en California que podría ser un gran paso a la superación de la arraigada e infortunada cultura del abuso sexual. Encontrar estudiantes de universidades de Colombia que tratan con condescendencia a violadores y que restan toda credibilidad a la versión de mujeres que fueron víctimas de violación o de abuso sexual, por la reputación que pueda llegar a tener en su círculo social, solo demuestra que en esta sociedad poblada de algunos cavernícolas subdesarrollados necesitamos más que el tradicional tipo penal basado en la regla del “no significa no”.
El proyecto de ley que será aprobado prontamente en California reforma la forma en la que ha de ser entendido el consentimiento en las relaciones sexuales, cambiando la idea de que si no hubo resistencia o un explícito “no” se entiende que hubo consentimiento entre las partes. Es así como esta reforma novedosa implica un cambio al chip de “no significa no” a la nueva la regla de “sí significa sí”, que tal como lo analiza Jessica Valenti en su última columna para el diario The Guardian, para determinar si no hubo violación el consentimiento debió ser dado de manera afirmativa y no como la simple ausencia de un no. En una sociedad como la nuestra, que descalifica los valores y principios de una mujer para justificar todo tipo de atropellos a su cuerpo y a su sexualidad, cual cavernícolas sin ley ni orden, la adopción de una iniciativa de este tipo puede cambiar el discurso poco sofisticado que se maneja día a día respecto al consentimiento en todas las esferas sociales.
Según cifras de Medicina Legal, en Colombia cada media hora una mujer es víctima de violencia sexual, cada día alrededor de 50 mujeres son objeto de estos abusos, y aproximadamente por cada hombre que ha sido víctima de violencia sexual hay cinco mujeres víctimas. Estas cifras que deberían dar vergüenza colectiva no han sido contrarrestadas por políticas públicas acertadas, ni por parte del Congreso ni por entidades como la Alta Consejería para la Mujer, siguiendo con un modelo legislativo y reglamentario absolutamente arcaico respecto a la violencia sexual.
Estamos ante una verdadera crisis de valores cada día más creciente, mientras Putin, el hombre más poderoso del mundo, según la revista Forbes, amenaza la seguridad internacional y reafirma leyes que penalizan cualquier actividad que pueda promover la homosexualidad, y en Crimea el líder de facto Sergei Aksyonov anuncia que en su península no hay cabida para los gais; en Colombia Viviane Morales, una senadora supuestamente liberal e irónicamente abogada constitucionalista, hace un llamado para un referendo en el que se defina si las parejas del mismo sexo pueden adoptar. Ante estas amenazas contra la civilización y los derechos humanos, la sociedad puede acoger el discurso del odio y sumirse en la arbitrariedad medieval, o resistirse, protestar y hacer respetar nuestro sufrido orden constitucional.
@tatidangond
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