Caribe pilo
Entre todas las inversiones sociales que hace un Estado, la más rentable, sin duda, es la educación.
Por un lado, permite obtener una tasa de retorno más efectiva al alejar a los muchachos del riesgo del ocio inútil y desactivar, de paso, los focos de violencia que pueden estar acechando al territorio; y por el otro, produce una mayor cualificación de la mano de obra que tarde o temprano repercutirá positivamente en la economía.
Lo interesante de la inversión es que también genera rentabilidad entre las familias, pues está probado que cuando un miembro de ella va a la universidad, mejora la calidad de vida de todos.
En definitiva, lo que la educación produce es una revolución silenciosa que es la más envolvente y sostenible de todas, pues sus efectos cubren a una vasta población y lo hacen para toda la vida.
Por eso es muy importante lo que está sucediendo con Barranquilla y el Atlántico.
En una alianza visionaria, el alcalde Alejandro Char y el gobernador Eduardo Verano le han apostado a la educación como punta de lanza de un nuevo desarrollo regional, que ya impacta la vida de los ciudadanos.
El primer ejercicio consistió en atacar la cobertura para extender el sistema a 180.000 estudiantes en la capital y construir 50 nuevas escuelas en los municipios del Departamento mediante la movilización de más de 300 mil millones de pesos.
Pero el siguiente –y definitivo– es la calidad. Ya el Índice Sintético de Calidad Educativa había ubicado a tres colegios de Barranquilla como los primeros del país.
El nuevo reto eran las pruebas Saber 11. Como de los resultados dependía la aplicación a los recursos nacionales de “Ser pilo paga”, decidieron acompañar a los estudiantes que se disponían a presentar el examen.
Ese programa puede ser la revolución más sigilosa y efectiva que ha habido en la nación en los últimos tiempos, en tanto impacta a una población que de otra manera no va a tener posibilidades de continuar el ciclo de bienestar que generan los estudios superiores.
Había que estar ahí y de la mejor forma.
Al final, 867 muchachos, el 46 por ciento de todos los pilos potenciales de la Costa Caribe, quedaron en la lista. La sola ciudad de Barranquilla, en términos absolutos, fue la segunda del país, después de Bogotá.
Pero estos resultados tienen una mejor lectura si consideramos el número de estudiantes que presentó la prueba desde cada territorio.
La conclusión es que mientras Barranquilla necesitó 25 estudiantes y el Atlántico 20 para poner cada potencial becario, Bogotá precisó 66.
Tranquilamente podemos decir, entonces, que nuestra región tuvo los resultados más notables.
Por supuesto hay que subrayar el esfuerzo de los jóvenes que responsablemente se dedicaron a consentir su proyecto de vida profesional. Pero hoy el homenaje es a quienes lideran el sueño de tener una región más educada.
albertomartinezmonterrosa@gmail.com - @AlbertoMtinezM
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