Barack Hussein e Israel
Barack Obama, quien ya está llegando al final de su mandato, ha querido realzar sus lazos con Israel en medio de una espinosa negociación con Irán y una tumultuosa relación con el recién reelecto primer ministro Netanyahu.
Hace poco tiempo, el presidente de los Estados Unidos afirmó en la revista The
Atlantic: “Hay un lazo directo entre el apoyo dado al pueblo judío a obtener una patria, que garantice su seguridad y el fin de sus persecuciones, y el derecho que han obtenido los afroamericanos en cuanto a la igualdad cívica… en mi mente, estas dos luchas están ligadas”. El mandatario gringo ha querido dejar gravado en el mármol su ideología en cuanto a Israel. Esto ha sido denominado por el periodista Alain Frachon, del diario francés Le Monde, como las 4 verdades de Obama: su profundo apego por el Estado judío, la indefectible relación estratégica americano-israelí, la necesidad de un Estado palestino y la libertad de poder criticar las políticas de sus gobiernos.
Aunque las más fuertes voces de la oposición registren –a regañadientes– que las relaciones militares y de inteligencia entre Estados Unidos e Israel nunca habían estado tan avanzadas, cabe reconocer que durante este Gobierno han existido roces entre los dos países que jamás se habían visto, hasta el punto de haber llegado a dividir el histórico mono-discurso que ha existido entre demócratas y republicanos en cuanto a Israel. A pesar de que ciertos republicanos hayan querido alimentar las fantasías más absurdas sobre Barack Hussein, calificándolo como “falso americano”, “musulmán camuflado” y, hasta, de “anticristo”, pocos saben que en las elecciones presidenciales de 2008 y 2012 los judíos estadounidenses votaron en 70% a su favor. Por eso, Obama nunca supo aceptar que sus contradictores, ante sus críticas a Netanyahu, lo calificaran de propiciar políticas anti-Israel.
Para Obama, cuando el primer ministro israelí, en medio de los tímidos acercamientos de paz, persigue con sus implantaciones en Cisjordania, tilda a los electores árabes israelitas de “hordas” y rechaza la creación de un Estado Palestino, esto tiene “consecuencias” que amenazan la seguridad de los Estados Unidos y desestabiliza la región.
El ambiente tenso y guerrista que existe hoy en día en el Medio Oriente asusta a un sinnúmero de judíos en el mundo. Si a esto le añadimos que parece existir un recrudecimiento de la retórica antisemita al mismo tiempo que los que vivieron el Holocausto desaparecen años tras años, solo podemos subrayar que la reputación de Obama y su legado geopolítico estarán en juego bajo las negociaciones con Irán sobre sus programas nucleares. Y la historia mundial solo destacará si estas darán para pacificar o avivar los conflictos en una región llena de economías y religiones politizadas y en donde las alianzas se hacen bajo el siguiente precepto: el enemigo de mi enemigo es mi amigo.
Estados Unidos solo podrá firmar “un buen acuerdo” con Irán que garantice la seguridad de Israel, ante lo cual Obama sostiene: “en veinte años, si Dios lo quiere, estaré todavía en esta tierra. Si Irán tiene en ese entonces el arma nuclear, esta tendrá mi nombre”.
@QuinteroOlmos
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